Hay varias listas de normas que deben cumplir las novelas de detective, de misterio o las novelas negras. Por cierto, no son lo mismo unas que otras, pero sí tienen cosas en común. Una de las listas más conocidas es la que escribió Ronald Knox en el prólogo de su obra Las mejores historias de detectives de 1928-1929. En ese decálogo para escribir novela negra y de detectives que hizo Knox, hay un punto interesante que explica por qué Watson ha de ser más tonto que Sherlock Holmes: por nosotros. Esto es, para estar a nuestra altura.
Ronald Knox nació en 1888 y fue sacerdote y escritor. Su padre y sus dos abuelos también habían sido religiosos, además con cargos importantes en la Iglesia anglicana. Knox tenía una debilidad por las novelas de detectives y por ello tuvo la osadía de escribir el decálogo que nos ocupa. También es cierto, que se apoyó en lo que ya había escrito S.S. Van Dine, aunque este se fue hasta las 20 normas. Siendo sacerdote, no es extraño que redujera el número y creara los diez mandamientos del escritor de novela negra.
Este decálogo para escribir novela negra y de detectives, según la traducción que se puede ver en la Wikipedia, es el siguiente:
En mi opinión son normas muy razonables, porque no hay nada que exaspere más a un lector de novela de detectives que un autor tramposo. Esas tramas que se solucionan con un deus ex machina son algo insoportable. Sin ir más lejos, en mi experiencia con las novelas de Agatha Christie, que tampoco es extensa, todo sea dicho, he tenido esa sensación de que se me hace trampas. De buenas a primeras, a 20 páginas del final, aparece una teja que cae del alero y entra por la ventana matando a alguien o cosas similares.
Así, tengo la sensación de que Christie incumple algunas de estas normas. Sin ir más lejos, tal y como cuenta Richard Cohen en su Cómo piensan los escritores, en El asesinato de Roger Ackroyd, una obra de la británica de 1926, el narrador de la historia es el asesino. Esto contradecía una regla final que había expuesto Knox. Christie hizo méritos para ser expulsada del Detection Club por este motivo.
El Detection Club, como escribí en una entrada de 2012, reunía a un grupo de escritores cuyo objetivo inicial era discutir en torno al género negro y definir cuáles serían las reglas básicas que debería respetar cualquier escritor que metiera la cabeza en este mundo. Muchos famosos escritores han pasado por el club. Entre otros, Agatha Christie, el propio Ronald Knox o el famoso G. K. Chesterton, creador del Padre Brown.
Por cierto, como les decía, la regla 9 es la que obliga a Watson, y en general a los acompañantes de los detectives, a ser un poco tontos. Sencillamente es para mantener al detective a la altura intelectual del lector medio. Como decía, Watson no era más listo por nuestra culpa.
Por cierto, recuerden que novela negra no es lo mismo que novela de detectives o que novela de misterio. Pero, en mi opinión, este decálogo es una buena recomendación para cualquiera de estos subgéneros.
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