La leyenda japonesa de los 47 ronin

La leyenda japonesa de los 47 ronin
La leyenda japonesa de los 47 ronin

La leyenda de los 47 ronin está basada, como casi todas las leyendas, en un hecho histórico real, en este caso, acontecido en Japón a comienzos de nuestro siglo XVIII. No dista mucho de la realidad, según parece, y es un buen ejemplo de cómo consideraban el honor los guerreros japoneses de esa época. Es una de las historias más populares de Japón y de las más conocidas fuera de allí.

En la prefectura de Hiroshima está el río Kyobasshi-gawa y en su margen occidental estaba el jardín del palacio de la familia Asano, que eran los daimyo de la entonces conocida como provincia Ako, es decir, eran los señores de aquella pequeña zona. En 1701, Asano Nagaroni se vio obligado a celebrar una ceremonia para el shogun, que en realidad ocultaba un ataque de sus contrarios. Como siempre, luchas de poder, alianzas y trampas. En la preparación de la ceremonia y tras ser humillado y atacado repetidamente, rompió con las normas al desenvainar su katana y herir a Kira Kozukenosuke Yoshihido. El problema era que Kira era un alto funcionario con rango militar, responsable de la ceremonia y que Asano había desenvainado en el vestíbulo del palacio del shogun, en Yedo o Edo, que fue el nombre de Tokio hasta 1868. Asano, y otros, aseguraban que el funcionario lo había insultado mientras lo instruía sobre la ceremonia, pero la ofensa de Asano no se podía negar.

El daimyo de Ako fue condenado por aquello a suicidarse, a realizar el ritual del seppuku o harakiri, que como sabrán consiste en abrirse el vientre de lado a lado y dejarse morir. La muerte de Asano llevó a que sus dominios fueran expropiados, lo que les decía de luchas de poder y rencillas entre señores, y esto dejó a sus 47 samuráis sin amo, convirtiéndolos así en ronin, es decir, en soldados sin jefe. Estos 47 hombres consideraron que la venganza era el único camino que les quedaba para equilibrar la injusticia que se había ejecutado, nunca mejor dicho, sobre su daimyo, pero las precauciones de Kira y la protección que desplegó en torno suyo obligaron a los ronin a tener paciencia. No obstante, el líder del grupo, Oishi Kuranosuke, no dejó que la intención de venganza se diluyera. 

Tuvieron que pasar dos años desde la muerte de Asano Nagaroni para que se presentara la oportunidad. Fue el 7 de febrero de 1703, cuando aprovecharon una noche desapacible y helada, con una tormenta de nieve, para colarse en la mansión de Kira y acabar con él. Por supuesto, no fue sencillo y antes de llegar hasta su objetivo, tuvieron que acabar con muchos enemigos y guardias. Se habla de doscientos enemigos, aunque les recuerdo que estamos ante algo que ya es leyenda.

La venganza se había consumado, pero el honor obligaba a los ronin a afrontar las consecuencias de su acto. Todos ellos se entregaron y afrontaron la condena, que fue la misma que había tenido su señor dos años antes. Y casi todos ellos, como él, como Asano Nagaroni, se abrieron el vientre y se dejaron morir. Casi todos porque hubo uno, Terasaka Kichiemon, el que tenía el menor rango de todos, que además no era vasallo de Asano. De esta forma Asano Nagaroni, Oishi Kuranosuke y los otros 46 ronin se hicieron leyenda y pasaron a la historia, no sólo de Japón, sino del mundo.

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