Llevado al extremo, bien podríamos concluir que fumar lo paga uno con la vida, en muchos casos. Rodrigo de Jerez lo pago con la cárcel, y no con una noche en el calabozo, sino con 7 años de cárcel por fumar. Es cierto que eran otros tiempos y que ser un pionero nunca ha sido sencillo. Estamos hablando, probablemente, del primer europeo que fumó tabaco, o al menos uno de los primeros. Y esto fue en 1493, la primera vez que alguien se echó un cigarro a la boca en Europa.
Rodrigo de Jerez fue uno de los marineros que iban con Cristóbal Colón en el viaje del descubrimiento, en 1492. Cruzó el Atlántico a bordo de la Santa María y ya en los primeros contactos con los nativos de América les ofrecieron como presente hojas secas que desprendían una peculiar fragancia, según dijeron. Esto era tabaco. Ya vieron cómo con un tizón en la mano y unas hierbas, los nativos iban echando humo, literalmente. Poco después ser fijaron en cómo algunos metían el tabaco en hojas enrolladas y bebían el humo. Los recién llegados al continente copiaron esa costumbre y no hay duda de que la costumbre cuajó, y vaya si cuajó, porque más de cinco siglos después seguimos en la misma.
Nuestro amigo fumador volvió en 1493 a su casa en Ayamonte, esta vez navegando en La Niña. Y fue entonces cuando supo lo caro que iba a salirle fumar. Todos recelaban del fumador, hasta su mujer, que fue la que acabó poniendo el tema en manos de la Inquisición, que lo encarceló porque aquello de sacar humo por la boca no era algo propio de un hombre y sólo el diablo podía hacer tales cosas. Dio con sus huesos en la cárcel y para cuando salió, habían pasado 7 años. Tiempo en el que el vicio de fumar se había extendido y ya no era tan extraño ver a un hombre echar humo por la boca.
Supongo que Rodrigo de Jerez sí que echó humo cuando vio que otros fumaban sin problema y a él le había costado 7 años de presidio. Como decía, ser un pionero nunca es fácil.