Es Navidad y, aunque cada vez se usan menos las postales y más los mensajes de correo electrónico y los Whatsapp, es tradición enviar postales felicitando las fiestas y deseando lo mejor para el año próximo. Y también es curioso que, si bien estas felicitaciones de Navidad no suelen contener grandes secretos y son más bien repetitivas, se envían en sobres en lugar de cómo tarjetas postales, sin sobre alguno que las guarde. Les hablo de esto porque si hace unos días les contaba cómo Charles Babbage cambió el mundo postal para siempre, hoy nos ocupa el origen de las tarjetas postales, esas que se suelen enviar o, mejor dicho, se solían enviar cuando uno estaba de viaje. Era una forma rápida de decir algo sencillo, algo que el email hace a la perfección en nuestros días.
Su origen no está muy lejos de la idea que llevó a Babbage a establecer tarifas comunes para las cartas. Aunque ya antes de 1870 se habían enviado algunas cartas con este formato, tarjetas sin sobre, parece que el arranque real de las tarjetas postales está cerca de ese año de 1870, cuando algunos servicios postales en Europa y en Estados Unidos comenzaron a vender esas cartulinas con el franqueo pagado. Es decir, uno compraba la cartulina y estaba pagando esta y el propio envío.
No solían llevar imágenes en aquellos primeros momentos, sino que se buscaba una forma rápida de enviar un mensaje corto. Uno entraba en la oficina de correos y pagaba por un trozo de papel prefranqueado, y a precio barato, en el que podía escribir unas letras y enviarlo al momento. Muy útil para avisar, por ejemplo, de que uno había llegado a un destino o de que se encontraba bien.
La primera tarjeta postal en incorporar una imagen y tener un formato reconocible como tal, aunque no tiene ese prefranqueo y era complicado enviarla sin sobre, fue creada en Francia en 1870 en un campo de entrenamiento militar. La imagen mostraba algunos objetos militares y la inscripción: Guerra de 1870, Camp Conlie. Suvenir de la Defensa Nacional. Ejército de Bretaña.
Como el diseño con imágenes funcionaba muy bien, no tardaron en aparecer otras tarjetas, esta ya no emitidas por los servicios postales oficiales, con imágenes en un lado y con el reverso libre para escribir. El éxito fue impresionante y en los primeros 7 años del siglo XX, la producción de tarjetas postales se duplicaba cada seis meses. A esto ayudó que cada vez la calidad de las imágenes impresas fuera mejor, que el servicio postal fuera muy barato y eficiente en la gestión de las postales y que los viajes eran cada vez más populares.
La era dorada de las tarjetas postales llegó a su fin con la popularización del teléfono, pero ya se habían convertido en una costumbre. A finales del siglo XIX ya existían tarjetas publicitarias de sitios y eventos. La Torre Eiffel o exposiciones y ferias tenían sus propias tarjetas. Hoy, no hay lugar que se precie sin su tarjeta postal, aunque me temo que ya se ha convertido en algo anecdótico porque en lugar de postales, uno envía una foto de sí mismo en el sitio en cuestión, por correo electrónico o por Whatsapp.
Muy bueno ,estuve viendo algunos post y la verdad me parecen muy interesantes para los niños. Lo voy a empezar a recomendar para con mis alumnos.
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Muchas gracias Juan Carlos, por tu comentario. Celebro que encuentres el blog interesante.