Malcolm Purcell McLean es uno de esos hombres cuyo nombre no nos suena de nada, pero que el día menos pensado veremos en un doodle de Google. De un modo extraño, McLean cambió el mundo tal y como lo conocemos, permitiendo que el comercio internacional diera un salto enorme y haciendo que los costes y la eficiencia de los envíos ganaran órdenes de magnitud.
Nacido en 1913 en Estados Unidos, cuando tenía 24 años fundó con su hermana la McLean Trucking Co, una empresa de transporte por carretera, como imaginarán por el nombre. A comienzos de los años 50 pensó que sería buena idea subir sus camiones a un barco y llevarlos a otro punto de la costa, para una vez allí continuar por carretera. La idea era buena, pero el camión ocupaba mucho sitio dentro del barco y por lo tanto se desaprovecha un espacio que valía oro dentro del mismo. Ahí vino la siguiente idea: ¿por qué llevar el camión entero en el barco?
Pensó entonces que lo ideal sería cargar únicamente las cajas de los camiones, el contenedor de la mercancía, mientras que la cabina quedaba en un puerto. En el puerto de destino, el contenedor se enganchaba a otra cabina y el camión, nuevo camión podríamos decir, continuaba su ruta.
Tan buena le parecía la idea que McLean compró dos barcos de guerra, dos petroleros, y los remodeló para que pudieran llevar un buen número de contendores bajo la cubierta. Tal día como hoy, en 1956, ante unos cuantos invitados y con cierto boato, el primero de aquellos petroleros hizo su viaje, desde New Jersey hasta Texas, con 58 contenedores en su bodega. Todos iguales y colocados sin perder espacio.
La eficiencia era tal que, subir y bajar todo el cargamento al barco, se había reducido a mover un contenedor cargado y ahorraba miles de dólares. El negocio fue a más y más, multiplicando las rutas y ganando mercado. En 1967 comenzó a trabajar para el gobierno, llevando contenedores a Vietnam, lo que disparó los beneficios.
Los envíos a Vietnam eran un martirio para el gobierno estadounidense y la solución de McLean les aliviaba de muchos problemas. Los barcos y los contenedores de la empresa iban cargados hasta Vietnam, y no tenía sentido que volvieran a casa vacíos. Así, una de las economías más potentes del momento, Japón, estaba en el sitio perfecto para aprovechar esas rutas y exportar más fácilmente. El comercio transpacífico creció como la espuma, a la vez que los beneficios de McLean.
Lo cierto es que Malcolm McLean revolucionó los transportes de la segunda mitad del siglo XX y en cierta medida la economía mundial. Hoy los contenedores están integrados en el transporte y la idea de diseñar un contenedor estándar que sirviera para moverlo por tierra y para apilarlo fácilmente dentro de un barco es, a la vez, sencilla y revolucionaria. La revista Forbes lo consideró uno de los hombres que han cambiado el mundo, y Tim Harford también considera su idea de la «contenerización» como una innovación clave de la historia.
Y esto, que comenzó hace 62 años tal día como hoy, podríamos decir que no es más que meter cosas en cajas. Revolucionar el mundo por meter cosas en cajas. Como es habitual, las ideas más sencillas son las mejores.