| (William Faulkner) |
William Faulkner es uno de esos escritores que ha influido en centenares de sus compañeros, a juzgar por las afirmaciones de estos, pero por si esto fuera poco era un tipo que valoraba el esfuerzo que necesitan los estudios y además es el autor plagiado por antonomasia en la cinematografía española gracias a esa gloria que es Amanece que no es poco. Si hubiera cumplido totalmente con uno de sus objetivos en vida, luchar en la guerra, quizás su mito hubiera sido ya demasiado grande como para compararlo con algo. Pero el hombre tiene más sombras que el autor, me temo.
Como otros muchos escritores que están en esa parte de la literatura que gira en torno al vivir primero para contar después, Faulkner ansió pasar por el campo de batalla y nutrir su talento con las experiencias del combate y la guerra, así como con el contacto cercano con los hombres en guerra. Su estatura le mantuvo lejos de las filas del ejército de Estados Unidos, por escasa. Pero en cambio cuando se trasladó a Canadá sí que tenía centímetros suficientes para formar parte de la Royal Air Force británica. Fue por aquella época cuando incorporó la u a su apellido, que originalmente era Falkner, para que este sonara aristocrático. Quizás tengamos ahí una primera sombra.
Era entonces 1918 y el destino le fue burlón, ya que antes de que acabara él la instrucción, el destino hizo que la Primera Guerra Mundial finalizara, por lo que nunca pudo entrar en combate, ni conocer de primera mano y en primera línea qué y cómo sienten los soldados que van a la guerra. La parte menos dulce de esta historia es la que deja a Faulkner como un mentiroso, ya que a pesar de todo lo que les he contado y sabemos, él se paseaba con su uniforme militar tras la guerra y contaba historias de sus combates, de sus hazañas en la Europa en guerra. Incluso decía que fue herido y mostraba sobre el uniforme un rango que nunca llegó a alcanzar. Todo, tristemente, mentira, invenciones de escritor. Al final, como casi siempre, se pilló al mentiroso.
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Bueno, lo de las heridas de guerra y cargos militares era mentira.
Pero considerando que valoraba mucho el esfuerzo para obtener un titulo universitario, es posible pensar que el entrenamiento militar fuera para él como pelear las dos Guerras Mundiales.
Al final a de haber pensado "Tanto esfuerzo ¿Y no poder decir algo al respecto? ¡Nunca!".
No se justifico la mentira pero entiendo que lo hiciera.
Um... a mí me cuesta "perdonar" esa falta cuando sí que hubo gente que combatió. Pero bueno, no deja de ser casi una anécdota.
Saludos y gracias por comentar, como siempre.