| (Luis Taboada) |
Si la siguiente curistoria caminase por la seriedad, hablaría de la curiosidad y el afán, loable, de conocimientos y de cómo no hay nada mejor que los libros para satisfacer esa curiosidad de sabiduría, en casi cualquier ámbito y en la mayoría de los casos. Pero no es esta la ocasión ni esta esa curistoria. Esta historia es casi una broma, un método poco ortodoxo de vender libros y de asegurarse que al menos los conocidos adquieran las obras de uno, que no es poco conseguir.
El creador del método fue el escritor español Luis Taboada y Coca, nacido en Vigo en 1848 y fallecido en Madrid en 1906. Precisamente cuando escribió, en torno a 1890, la obra Madrid en broma, fue cuando tuvo la ocurrencia que nos ocupa. Y es que Taboada era un hombre dado al humor y, según parece, de cierto ingenio.
Cuando publicó Madrid en broma, nuestro protagonista iba diciéndole a todo aquel con el que hablaba y tenía oportunidad frases similares a la siguiente: Oye, perdona sin en mi libro aludo a ti de esa manera, no te lo tomes demasiado en serio.
Lógicamente, picados por la curiosidad, fueron muchos los que compraron el libro y hasta lo leyeron. Y apuesto a que más de uno releyó incluso la obra y se buscó de manera obsesiva para descubrir qué demonios había dicho Taboada sobre él en el libro. Como no aparecían en el texto, quizás se enfadaran un poco con el autor o lo tomaran por tonto, pero la venta del libro ya estaba hecha.
Es más, seguro que alguno, arrastrado por su ego, se veía en la obra incluso cuando no estaba. Y otros, que no se encontraron, no abrieron la boca por no parecer tan tontos de no verse representados cuando se tenían delante mismo, sin saber que en realidad no estaban en aquellas páginas. ¡Gran experimento el de Taboada!
Fuente: Anécdotas de la historia, de Pancracio Celdrán
Imagen: La cueva de Zaratustra
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