![]() |
Mapa de Moscú |
Hace ya unos días que terminé de leer el libro titulado Un mapa en la cabeza, escrito por Jen Kennings. Es una lectura que recomiendo a cualquiera, yo mismo, sin ser un gran aficionado a la geografía y los mapas, he disfrutado mucho con su lectura. No se trata de un libro de historia, sino que gira en torno a varios temas y aspectos relacionados con los mapas, temas bien tratados, mejor elegidos y narrados de manera inteligente.
En ese tratado de Kennings se mencionan varios casos en los que se muestra la importancia de los mapas y la cartografía en la historia, como es lógico. Un ejemplo claro e impactante es el caso del rey Manuel I de Portugal, que consciente de la importancia de sus dominios más allá de sus costas prohibió a cualquier persona, en el año 1504, abandonar su reino con un mapa de Portugal. El que lo hiciera y fuera capturado pagaría con su vida. Es obvio que la cartografía daba conocimiento sobre un mundo aún casi sin descubrir y que era de vital importancia para la economía portuguesa.
Un caso aún si cabe más extremo fue el del KGB y la Unión Soviética. Lógicamente no prohibieron los mapas, que sería demasiado agresivo y descarado, sino que sencillamente se ocuparon de que los mapas fueran incorrectos. A finales de los años 80 del siglo pasado, según el cartógrafo ruso Viktor Yashchenko, todos los mapas tenían cambios importantes y había detalles erróneos, a propósito, por todos lados. Según el mismo hombre, “en el mapa turístico de Moscú, únicamente los contornos de la capital eran precisos”. Es más, la mejor opción cartográfica que tenía un visitante en Moscú para guiarse sin problemas ni trampas eran los mapas de Moscú que había desarrollado la CIA de Estados Unidos.
Hoy todo esto parece de otra época, pero no lo es tanto. Piensen en las partes del mundo que no visibles en Google Maps o aquellas que de un modo u otro, permanecen en un difuso desconocimiento.
¿Incompetente yo? ¿Yo, maldocumentado? No, no, tovarich. Yo simplemente sigo ordenes de arriba…Y si cuela, cuela ;-).
Y si no cuela, a Siberia 🙂