Durante los momentos finales de la batalla por Berlín en la Segunda Guerra Mundial, es decir, en los momentos postreros del Reich, los hombres en el bunker de Hitler se vieron obligados a informarse de los avances enemigos de un método tan peculiar como poco efectivo, me temo.
Las comunicaciones del bunker con el exterior eran muy precarias y este tenía una única centralita, un transmisor de radio y un radioteléfono, que funcionaba gracias a un globo suspendido en el aire sobre la Vieja Cancillería. Estas limitaciones en los medios y el caos que se había adueñado ya de la ciudad, obligaba a los oficiales a marcar números al azar de la guía telefónica para así ir construyendo el mapa del avance soviético por la ciudad.
Al marcar un número de teléfono que según la guía correspondía a una vivienda de una determinada calle, se esperaba que alguien descolgara. Si esto no ocurría, no había información. Si descolgaban y hablaban en alemán, aquella zona seguía en manos nazis e incluso quizás pudieran recibir alguna noticia. En cambio, si había respuesta y era en ruso…
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Como curiosidad o complemento, Antony Beevor cuenta la misma historia en "Berlín 1945". Es más, casi seguro que este libro aparece en la bibliografía de "La tormenta de la guerra" y que Andrew Roberts la ha sacado de ahí.
Sombra acaba de confirmar tu entrada. Y a pesar de esta demostración de derrota anticipada, todavìa pedìan a los niños que murieran por el III Reinchs ¡Terrible!
Para darle un toque de humor ante esta tragedia , era como cuando el gran Gila, llamaba por su teléfono y decía aquello de " _ Está el enemigo????_ que se ponga).
saludos.
Sombra, Beavor está citado en la bibliografía del libro. De hecho, están varios suyos así que puede ser la fuente, sí.
Alí, a los niños los engañaban y a los adultos los ahorcaban patrullas de las SS si no luchaban.
Jota, sí, el tiempo nos permite ya meter el humor en todo esto :)
Gracias por los comentarios.