Pero volvamos a 1914, año en el que tuvo lugar el hecho central de esta entrada. El recién nombrado ministro se encontró con un ejército formado por voluntarios y que presentaba importantes carencias. Era el comienzo de un conflicto contra Alemania, una potencia militar muy superior, y había que buscar soluciones rápidamente para reforzar las tropas británicas. El plan de renovación que Kitchener puso en marcha se encontró con no pocas barreras y detractores, pero finalmente fue llevado adelante.
Para animar el reclutamiento de nuevos soldados y poder así reforzar el ejército, el ministro no dudó en prestar su cara para un cartel en el que se pedía a los británicos el alistamiento por su país. Este fue la inspiración del famoso cartel del Tío Sam que todos conocemos y del que hablamos en la anterior entrada. En este caso, como en muchos otros, el primer trabajo no es el más reconocido y la imagen estadounidense en un icono más importante.
A pesar de todos estos esfuerzos el ejército voluntario finalmente tuvo que ser convertido en obligatorio en 1916, para poder hacer frente a una guerra que llevaba dos años en marcha y que se alargaría por dos más.
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