A un avión se le cayó una bomba nuclear en el jardín de un hombre

A un avión se le cayó una bomba nuclear en el jardín de un hombre

Después de las explosiones en Hiroshima y Nagasaki, la guerra fría convirtió a las bombas nucleares en un elemento clave en la política internacional. Cada bloque estaba en amenaza nuclear constante y respondía a esa amenaza con otra igual, o mayor, en sentido contrario. La situación llevó a los líderes de cada bloque a hacer investigaciones, pruebas, estudios… y en una de esas operaciones de investigación, a un avión se le cayó una bomba nuclear en el jardín de un hombre en Estados Unidos.

A un avión se le cayó una bomba nuclear en el jardín de un hombre en Carolina del Sur, explotando y haciendo un crater gigante

En unos pocos años la guerra nuclear pasó de su primer test a ser el elemento esencial de defensa y ataque. Llegó un punto, en los años 60, en que se lanzó la operación Chrome Dome (Cúpula de cromo, en español), que consistía en el vuelo continuo de aviones con armas nucleares por parte de Estados Unidos. La idea era estar siempre dispuestos para atacar al momento. Unos años antes de esa operación, se había lanzado otra, la operación Snow Flurry (Ráfaga de nieve) para mejorar la puntería de los aviones al lanzar las bombas nucleares. Lógicamente, no se lanzaban bombas reales ni se preveía hacer ninguna detonación, era tan sólo una forma de investigación.

Como parte de esa operación, el 11 de marzo de 1958 un Boeing B-47 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos despegó de la base de Hunter, en el estado de Georgia. Su destino era el norte de África y el Reino Unido. No era más que un vuelo de estudio, para aprender, para seguir mejorando. Bruce Kulka era un capitán que participaba en aquella operación a bordo del bombardero. Poco después de despegar, fue a la bodega de bombas a investigar un problema y, por accidente, lanzó una bomba nuclear. Parece un chiste: yo iba a tomar una café, me tropecé y la bomba se cayó. Pero no lo fue. No fue un chiste, digo.

Afortunadamente las bombas que iban en esos vuelos destinados a la investigación no tenían los dispositivos que podrían poner en marcha una explosión nuclear, pero sí iban armadas con los explosivos convencionales, por si el avión tenía que actuar de emergencia.

Cuando Kulka liberó la bomba el avión estaba a unos 4.500 metros de altitud sobre Carolina del Sur. En concreto, sobre la localidad de Mars Bluff. Más concretamente todavía, sobre el jardín de un hombre llamado Walter Gregg. Por ser del todo exactos, en las coordenadas 34°12’03.4″N / 79°39’25.8″W. En realidad no estoy siendo exacto, porque para que la bomba cayera allí, el avión debía estar en otra posición. Por decirlo de alguna forma, debía estar un poco más atrás en su trayectoria de vuelo. Ya saben la inercia de la bomba una vez que se libera, la parábola de la bomba cayendo y todo eso. Justo ese tipo de cosas eran las que querían controlar y aprender con aquellos ejercicios, cómo mejorar el acierto de los bombardeos sobre un punto concreto.

La bomba cayó junto a la casa de juegos donde poco antes habían estado tres niñas de la familia pasando el rato

Detrás de la vivienda había una arboleda y allí Walter Gregg había construido una casa para que jugaran sus pequeñas. Esas pequeñas eran Helen, de 6 años, y Frances, de 9, que habían estado jugado allí con su prima Ella Davies, de 9 años también, poco antes de que la bomba cayera. La bomba, por cierto, era similar a la de la foto.

Los explosivos convencionales de la bomba estallaron al llegar al suelo, creando un cráter de unos 20 metros de diámetro y 9 de profundidad. Podríamos decir que el pobre Gregg se tuvo que buscar una casa nueva, porque la suya voló. Lo mismo le ocurrió a la casa de juegos de las niñas. Varios edificios cercanos sufrieron daños. Algunos pollos murieron… pero, por suerte, las tres niñas se salvaron. El propio Gregg también resultó herido, como las niñas, pero sin daños serios.

Lógicamente el escándalo fue enorme, y lo que debía ser una operación secreta, saltó a los medios de comunicación. No sólo de Estados Unidos, sino también a los medios internacionales. Los Gregg fueron indemnizados con 54.000 dólares de entonces, que vendrían a ser algo menos de 600.000 dólares actuales. Por otra parte, se suspendieron este tipo de vuelos y se establecieron nuevas normas.

No todo el mundo puede decir que le cayó una bomba nuclear en el jardín de casa y que vivió para contarlo. Es más, sólo los que vivieron para contarlo podrían decirlo, ya que el resto habrían muerto al caer la bomba en su jardín. Perdón por esta tontería. A Mari Trini, por cierto, se le cayó una estrella, y no sé qué es peor.

4 comentarios en “A un avión se le cayó una bomba nuclear en el jardín de un hombre”

  1. Sí, eso sí, visto así podríamos decir que es lo mismo. Bien visto 🙂
    Aunque, si no me equivoco, en un caso es fisión y en otro es fusión. Creo.

    1. José Gregorio Piña T.

      Efectivamente; en el caso dela bomba del referido accidente, era una bomba de fisión, que es más fácil de lograr, y se obtiene detonando explosivos convencionales en el interior de la bomba. En cambio, la bomba nuclear de fusión o bomba de hidrógeno (bomba H) se consigue con una bomba de fisión incorporada al dispositivo, que al explotar logra la temperatura y presión extremas que inician el proceso de fusión, similar al de todas las estrellas, incluido nuestro Sol y, obviamente, la estrella a la que alude Mari Trini

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