El origen del término propaganda

El origen del término propaganda

Seguro que lo que entendemos por propaganda ya existía antes de que se le diera ese nombre. Porque, si nos guiamos por las acepciones de ese término en el diccionario de la RAE, la propaganda es la acción y efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores. Sin duda, desde que el hombre es hombre y comenzó a relacionarse se puso en marcha la propaganda. Por eso vamos a hablar sobre el origen del término propaganda, no sobre el origen de la propaganda.

El origen del término propaganda está en el Vaticano, en el siglo XVII

En base a esa definición de la RAE no deberíamos considerar la propaganda como algo malo, sino como algo casi natural y consustancial al ser humano y a la política. Y al principio no era así, pero llegó un momento es que el término empezó a acumular manchas y por lo tanto perdió valor. Hoy nadie dice que hace propaganda, sino que se usan palabras como publicidad o comunicación.

Y eso indica que algo le hemos añadido a esa idea original. Si usamos la palabra propaganda es porque creemos que algo tiene un punto de trampa, de interés poco claro. Es distinto si hablamos de publicidad o relaciones públicas, que no añaden esa sospecha. En cualquier caso, según la RAE no debería tener esa connotación. Esto puede ser porque la propaganda está más relacionada con temas ideológicos, políticos o religiosos y estos suelen dar pie a blancos y negros, y a intereses más marcados.

Pero volvamos a lo que tratamos de responder, el origen del término propaganda. Viene de lo que ocurrió en el Vaticano en el año 1622. El 22 de junio de 1622, para ser exactos. Ese día, siendo papa Gregorio XV, creó la Sacra Congregatio de Propaganda Fide. Esto es, la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe. El motivo de creación de esa entidad pontificia era principalmente hacer campaña contra los luteranos, porque hablar de Dios y convencer a nuevos hombres para la fe católica no era una labor que comenzara aquel día de 1622. Sino que comenzó el mismo día que Jesús dijo aquello de id por todo el mundo y predicad el evangelio a todos.

Propaganda ha habido siempre, si no, ¿por qué se mandaban hacer bustos con las caras de los emperadores?

Pero, como decía, mucho antes de ese momento de 1622 donde se acuñó la palabra ya se había hecho propaganda innumerables veces. ¿Acaso alguien duda de que era propaganda cuando los emperadores romanos, por ejemplo, organizaban espectáculos en el Coliseo? ¿O cuando los reyes en la Edad Media dictaban sus hazañas y pedían que se escribiera sobre ellas? ¿Y qué me dicen del mundo del arte al servicio de sus mecenas? No olviden que las monedas llevan las caras de los gobernantes por algo.

Y de ese 1622 para acá tenemos una palabra concreta para referirnos a ella, pero no ha cambiado mucho lo que hacen los propagandistas, y con toda probabilidad no ha hecho más que crecer el uso de la propaganda. En las guerras mundiales se utilizó por parte de los gobiernos de cada país para conseguir sus objetivos. Desde vender bonos de guerra (incluso usando a Popeye), hasta conseguir alistamientos.

Por cierto, que esa institución vaticana sigue existiendo, aunque ha cambiado su nombre un poco. Desde 1982 es la Congregatio pro Gentium Evangelisatione, es decir, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

2 comentarios en “El origen del término propaganda”

  1. Como comentaba en una entrada reciente; las palabras, además de su significado recto; tienen, entre otros atributos, una connotación; que no siempre recogen los diccionarios comunes, pero sí los llamados diccionarios ideológicos. Así, la palabra «propaganda» fue adquiriendo una connotación negativa, más acorde con la tercera acepción que registra el DRAE: «Asociación cuyo fin es propagar doctrinas, opiniones»; pero asimilada a la idea de falsedad, especialmente en lo político; obviamente atribuida siempre al adversario; mientras que la propaganda propia, la favorable a los intereses del emisor, es tildada de «información».

    Casualmente, la palabra «dictadura» y su corolario «dictador» tuvieron igualmente un origen y un sentido favorable, en la Grecia clásica y luego en Roma; donde la comunidad ELEGÍA a un dictador plenipotenciario para tiempos especiales. Ente muchos, Julio César y Simón Bolívar fueron, en algún momento de sus vidas dictadores electos. Tal acepción se fue perdiendo en los últimos 200 años, y ahora significa precisamente un gobierno ilegítimo; aunque, obviamente, el calificativo siempre es atribuido a los regímenes que no son aliados nuestros. Esa situación es, precisamente, un acto de propaganda: nos han vendido la idea de que algunos gobiernos son «democracias» y otros «dictaduras», de manera acomodaticia; o se evita usar el término si el gobierno de que se trate está alineado con nuestros intereses. Ejemplos sobran en la actualidad.

    1. Gracias, Omar, por comentar.
      Estoy de acuerdo en lo que dices sobre que es propaganda cuando a unos países o gobiernos los llamamos de una forma y a otros no. Es propaganda que hacen los políticos a su conveniencia, igual que los medios de comunicación. Ellos y, en realidad, todos los demás. Lo vemos continuamente y eso acaba calando en la gente.
      Saludos.

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