Es bien sabido que, durante la Guerra Civil Española, el bando republicano persiguió a los católicos y los religiosos, muchas veces llegando al asesinato sin mucho miramiento. Esto es lo que ocurrió en agosto de 1936 con 51 hombres de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María en 1936 en Barbastro, junto con otras tres decenas de religiosos. Estando prisioneros y sabiendo su destino hubo religiosos que usaron la frase de los gladiadores romanos.
Conocidos popularmente como claretianos, los religiosos de esta congregación del Inmaculado Corazón de María fueron hechos presos en el colegio de los escolapios de Barbastro. De allí fueron sacándolos en las primeras semanas de agosto de 1936 para irlos matando. La conocida como la Matanza de los religiosos de Barbastro fue cometida por milicianos anarquistas y en la actualidad se recuerda con un museo.
Gran parte de los claretianos capturados no llegaban a los 25 años, y durante los días que estuvieron presos, sabiendo el destino que les esperaba, escribieron cartas y mensajes para sus familias y amigos. Lógicamente, lo hacían a escondidas, escribiendo sobre estampas, en el envoltorio de tabletas de chocolate, en las paredes, en los muebles… La mayoría de las notas se perdieron, bien porque estaban en soportes perecederos, bien porque los captores las destruyeron, o bien porque las paredes fueron pintadas de nuevo y los muebles fueron arreglados o destrozados definitivamente.
Por ejemplo, según se puede leer en el libro La Guerra Civil Española en 100 objetos, los religiosos presos escribieron sobre la madera de un piano que tenían los escolapios en las salas donde estaban. Ahí dejaron escritas notas en latín, español y catalán, al menos siete seminaristas, porque están las firmas de ese número de personas.
Y sobre el canto de esa madera del piano dejaron en latín el mensaje que atribuye la memoria popular a los gladiadores antes de entrar en combate. Eso sí, cambiaron el César romano por Cristo. El mensaje sobre el canto de la tabla es:
Christe, morituri te salutant.
Conviene aclarar que, como decía, ese mensaje que se suele poner en la boca de los gladiadores antes de combatir: Ave, César, los que van a morir te saludan; está en la cultura popular, pero no tanto en la historia. Lo cierto es que hay dos fuentes al respecto y hablan de su uso una única vez. Dice Suetonio que, en el año 52, en una naumaquia, los combatientes dijeron esa frase, a lo que Claudio respondió: O no.
Además de Suetonio, la frase de marras la menciona también Dión Casio, refiriéndose al mismo hecho y quizás usando a Suetonio como fuente. Esto es, no hay nada que apunte a que fuera una frase de uso común.
En cualquier caso, la frase de los claretianos recuerda sin duda a los gladiadores. Otra de las notas encontradas acababa con un ¡Sálvalos, Señor, que no saben los que hacen! Aquí se alude a lo que dijo Cristo en la cruz, según los evangelios. Es lógico que un religioso antes de morir recuerde esta frase de los evangelios, pero qué recuerde el saludo de los gladiadores es sorprendente. Y quizás hasta tenga un punto de humor en ese trance tan trágico que estaban viviendo. Todo esto, por supuesto, sin saber qué pensaban en el momento en que la escribieron ni el sentido que querían darle.
Fuente de la foto: hispaniamartyr.org
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