El 20 de septiembre de 1604 se puso el punto final al asedio de Ostende, que había comenzado en los primeros días de julio de 1601. Fueron tres años, desde el 5 de julio de 1601 hasta el 20 de septiembre de 1604. Fueron tres años, 2 meses y 15 días. Es decir, 1173 días de asedio sobre Ostende, en lo que hoy es Bélgica. No es el asedio más largo de la historia de España, pero a mí me sigue sorprendiendo la determinación que se pone sobre la mesa para mantener más de tres años un asedio sobre una ciudad. El coste fue altísimo desde varios puntos de vista, también el económico. Los 3 años de asedio de Ostende acabaron con España en bancarrota.
Muchos asedios son una mezcla impresionante de audacia, determinación, ingeniería y fuerza militar
En 3 años el número de soldados congregados allí varió notablemente, de unos pocos miles a decenas de miles. Lo malo era que también en el lado asediado, en la ciudad de Ostende, el número de soldados fue variando. Es una ciudad costera, en el Mar del Norte, por lo que las tropas del Imperio Español tenían complicado evitar su abastecimiento por mar de soldados y de víveres. Esto hacía imposible rendir la plaza por agotamiento, por dejarla sin recursos. Pero los españoles se empeñaron en tomarla entonces por la fuerza. Y eso les llevó tres años.
Cañones de enorme calibre para la época, fuertes, fosos, diques… estos grandes asedios en Flandes, como lo había sido el de Amberes unos años antes, entre 1584 y 1585, eran además de operaciones militares grandes trabajos de ingeniería. Sabedores de que sin cortar o al menos ralentizar el abastecimiento de Ostende por mar lo tendrían complicado, los imperiales construyeron diques y colocaron cañones apuntando al mar.
Algunas de las construcciones hechas por los españoles eran destrozadas en acciones nocturnas de sabotaje llevadas a cabo por los asediados, que salían de la ciudad y realizaban audaces ataques. Así estuvieron tres años, de idas y venidas, de inviernos duros, de ataques por tierra, trabajos de construcción, negociaciones… Un bloqueo en toda regla donde el péndulo oscilaba de un bando a otro sin acabar de derribar a ninguno de ellos.
Los hermanos Spínola fueron piezas importantes en Ostende, uno en mar y otro en tierra
En este estancamiento del asedio, en el verano de 1601, llegaron dos hermanos genoveses, Federico y Ambrosio Spínola. El primero comandaba un grupo de galeras del rey español, Felipe III, para hostigar al enemigo en el mar. El segundo, Ambrosio Spínola, traía consigo 8.000 hombres que él mismo había pagado. Tampoco aquello venció a los ostendeses.
No fue hasta el otoño de 1603 cuando ofrecieron a Ambrosio Spínola la dirección total del asedio. Reforzó las acciones en el mar para cerrar más la ciudad y lanzó nuevas construcciones en tierra, con el objetivo en gran parte de atacar el mar y la costa. Como decíamos al principio, el 20 de septiembre de 1604 la plaza de Ostende cayó en manos imperiales.
Había sido un combate extenuante en muchos sentidos, también en el económico. Cerca de 20.000 atacantes habían muerto, entre ellos, 250 capitanes. Algunas fuentes elevan estas cifras, y hasta las duplican. Se estima que unas 250.000 balas salieron de las bocas de los cañones imperiales contra los muros de Ostende. Un despliegue artillero impresionante. En el bando asediado, los muertos serían aún más y las balas unas 50.000.
Los 3 años de asedio de Ostende acabaron con España en bancarrota
El coste económico fue otro traspiés para Felipe III, cuya hacienda se declararía en quiebra 3 años más tarde. No fue este el único motivo y la haciendo española ya venía dando traspiés. Las guerras en Flandes eran un sumidero constante y Ostende había sido algo más que una línea más en los libros de contabilidad. Todas las balas, los cañones, las obras, los barcos, mantener al enorme ejército… todo aquello era un bocado enorme a la economía del Imperio Español.
Se dice que las balas de cañón que lanzaban los españoles, tras chocar contra las murallas, rebotaban como canicas sobre el suelo, debido a la enorme cantidad que había. Era dinero por suelo. Casi una metáfora. Por otra parte, muchos de los edificios de Ostende fueron desmantelados para llevar las piedras y las vigas a las murallas y reforzarlas o reconstruirlas. Y esta es otra metáfora, ganar Ostende no sirvió de mucho a Felipe III.
Lo más impresionante, desde mi punto de vista, es esa unión de determinación y de ingeniería para llevar este tipo de asedios hasta sus últimas consecuencias. En zonas de canales, fosos, ríos y agua por todos lados, es imposible la técnica de construir minas hasta debajo de la muralla y hacer hundir los lienzos de esta al hacer explotar las minas bajo ellos. Los ingenieros tenían que ser creativos. No sólo los del bando imperial, los asediados también. La siguiente imagen, como curiosidad, muestra un carro anfibio que estrenó con éxito Mauricio de Nassau.