(Rudolf von Laban explicando su sistema de notación) |
Siempre me ha parecido algo extraño que seamos capaces de hablar de la música que existía hace siglos, antes de que las notaciones musicales fueran un estándar. ¿Cómo saber cómo tocaban y cómo sonaban las músicas de la época romana? Es más, me fascina la gente que estudia cómo debería sonar una composición del siglo XVII, por ejemplo, sin tener registros sonoros de ello. Sin grabaciones. Se sabe como sonaban los instrumentos, como eran estos, pero supongo que algo cambiará todo según la forma de tocarlos. Soy un ignorante sobre este tema, como sobre casi todo, pero me llama la atención. La notación musical permite hacer con la música lo que la escritura y la lectura tradicionales hacen con las historias. Permite transmitirla con rigor y exactitud.
No hace mucho, visitando una exposición, descubrí las notaciones para las coreografías, para el baile. El problema es todavía más complejo que en el caso de la música, intuyo. Lo que hay que describir es la postura y el movimiento humano. Algo en lo que nunca había reparado pero que tiene el mismo problema y solución que la música: una notación propia. Si no se puede describir un baile de alguna forma, ¿cómo voy a poder guardar ese baile, esa coreografía, si no hay grabaciones? Este problema se lo planteó Rudolf von Laban en 1928 y creó lo que se conoce como notación Laban o labanotación.
Laban fue un húngaro que dirigió ballets y escuelas de baile. No es de extrañar, con esa dedicación, que ser viera ante el problema al que hacía alusión hace un momento: ¿cómo guardar, documentar y describir una coreografía? En 1928 hizo pública su propuesta, su método de descripción del baile. Creó una notación concreta para las posturas y posiciones de las distintas partes del cuerpo, así como para los movimientos de estas partes del cuerpo y del propio bailarín por el escenario. También se podía indicar el ritmo de los movimientos.
Como en todos los ámbitos, en el mundo de la coreografía se camina a hombros de gigantes y otros muchos han ido desarrollando el método Laban hasta convertirlo en una herramienta práctica y útil para los bailarines. Se utilizan unas barras verticales en las que se van anotando los movimientos, y cada columna corresponde a una parte del cuerpo. Se codifica entonces la posición y movimientos de cada uno de ellas en la columna adecuada. Puede parecer complejo, pero igual de compleja es la notación musical o escribir y leer, a lo que todos aprendemos después de horas de práctica.
Como decía, también se indica el ritmo, y es que la longitud del símbolo que describe un movimiento marca la duración del mismo. Con la combinación de todo esto, un bailarín es capaz de leer lo que tiene que hacer y un coreógrafo es capaz de dejar por escrito aquello que ha ideado. Les dejo aquí un ejemplo que he tomado de Studio Pulto.
(Paso de baile en notación Laban) |