Hace dos días, el 20 de julio, se conmemoraba la llegada del hombre a la Luna. Se cumplían, por tanto, 49 años desde que Armstrong mencionó aquella frase del gran salto para la humanidad. Esto me lleva a pensar que el año que viene, cuando se cumplirá el medio siglo, será un gran año para recordar la hazaña, y seguro que habrá libros sobre el tema, miles de artículos y quién sabe si alguna película. Pero no es esta misión, la Apolo 11, la que nos ocupa hoy, sino una posterior, la Apolo 15. Si el año que viene se unirán por una línea imaginaria 1969 y 2019, para hablar del primer viaje a la Luna, en 1971 la misión Apolo 15 unió ese año, de manera más directa, con casi cuatro siglos atrás, con el comienzo del siglo XVII.
En aquel tiempo vivió Galileo Galilei, que nació en 1564 y falleció en 1642. El gran astrónomo, una de las cabezas brillantes de la historia de la ciencia, como demostró cuando utilizó su pulso para medir el tiempo. La intuición nos dice que los objetos más pesados caen más rápido, pero lo cierto es que no sería así en determinadas condiciones, que por otra parte son las condiciones más puras. Eso lo supo ver Galileo aunque no tenía forma directa de comprobarlo. Lo que decía Galileo era que dos objetos, pesaran lo que pesaran, si se soltaban desde una misma altura, llegarían al suelo en el mismo momento, siempre que no hubiera rozamiento o resistencia del aire. El italiano sostuvo este razonamiento en torno al año 1600, y por lo tanto no había forma de comprobarlo.
Durante la misión del Apolo 15 quisieron homenajear a Galileo Galilei y realizaron la prueba que había propuesto el renacentista en su tiempo. Aprovechando que en la Luna no hay atmósfera y que por lo tanto no está ahí el aire para servir de freno, de elemento de fricción, el astronauta David Scott llevó a cabo el experimento y además lo retransmitió en directo.
Tomó un martillo de 1,32 kilogramos de peso terrestre, y una pluma de halcón, que en la tierra pesaba unos 30 gramos. Colocó ambos, sujetándolos con sus manos, a poco más de metro y medio de altura y los soltó. Pasó lo que Galileo dijo que pasara, llegaron al suelo en el mismo momento. En el colegio nos lo contaron situando el experimento en la torre de Pisa y no en la Luna, pero lo cierto es que Galileo estaba en lo cierto.
En el siguiente vídeo puede ver el experimento llevado a cabo por Scott (Nota: si leen esto por email, es posible que el video no se vea. Vayan a la entrada para verlo).
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