En una ocasión, hace ya siete años y medio, hablamos en Curistoria de cuando Churchill fue a Estados Unidos en 1931 y fue atropellado. Cruzaba una calle en Nueva York y el encontronazo llevó al líder británico al hospital, con un golpe en la cabeza y dos costillas rotas. El propio Churchill reconoció que el error había sido suyo al bajar de la acera y mirar hacia un sólo lado en lugar de mirar a ambos lados.
Volvemos sobre esa historia porque seis semanas después del accidente Churchill dejó el hospital, llevando con sigo una nota del médico. Una nota muy interesante. Ya saben la afición que tenía nuestro hombre por la comida y por la bebida, así que para sobrellevar esos días de trabajo que le quedaban en Estados Unidos, recuperarse del todo de sus males y soportar el dolor de las costillas rotas, pidió y obtuvo una receta especial.
La nota en cuestión permitía a Churchill consumir alcohol en un país donde la ley seca se lo impedía al resto de mortales que quisieran mantenerse a este lado de la justicia. También es cierto que había un buen número de trucos para escapar de la ley seca, pero ninguna tan directa y legal como esta nota:
Esto certifica que el convaleciente de un accidente, el honorable Winston S. Churchill, necesita el consumo de bebidas alcohólicas espirituosas, especialmente a las horas de las comidas. La cantidad, naturalmente, es indefinida, pero el requerimiento mínimo sería de 250 centímetros cúbicos.
Cuánta gente iría al médico, especialmente en aquel tiempo y lugar, si todas las recetas de los médicos fueran así.