Leonardo da Vinci y las listas

Leonardo da Vinci y las listas

Cada vez me gustan más las listas, de todo tipo. El ejercicio que supone pararse y pensar en una enumeración, que a menudo además conlleva cierto proceso de selección, acaba dando lugar a interesantes pensamientos. Leonardo da Vinci, según parece, también era amigo de hacer listas con las cosas que le interesaban o quería investigar, con sus pensamientos o con aquello que tenía que comprar o conseguir de algún modo. No les voy a descubrir nada si les digo que la curiosidad era uno de los pilares de la mente y de la forma de actuar del italiano.

Esa curiosidad y afición por las listas le llevó a dejar anotadas algunas cosas que quería investigar o sobre las que quería profundizar. Entre la cantidad de papelotes llenos de escritos, dibujos, caricaturas, esquemas… que da Vinci nos dejó, podemos leer los elementos que siguen. Ahí tenemos reflexiones filosóficas, tareas pendientes, lo que podrían ser notas para recordar algo e ideas sobre las que investigar. Una muestra, por tanto, de que el mito del hombre renacentista algo, al menos, tiene de cierto:

Traducir a Avicena. Sobre las utilidades.
Gafas con estuche, encendedor, tenedor, bisturí, carboncillo, tableros, hojas de papel, tiza, blanco, cera, fórceps, hoja de vidrio, sierra de hueso de diente fino, escalpelo, cuerno de tinta, cuchillo-pluma. Zerbi y Agnolo Benedetti. Conseguir un cráneo. Nuez moscada.
Observar los agujeros en la sustancia del cerebro, dónde hay más y menos.
Describir la lengua del pájaro carpintero y la mandíbula del cocodrilo.
Sacar la altura del muerto a partir de su dedo.
El libro Sobre la mecánica precede a Sobre las utilidades. Encuadernar los libros de anatomía. Botas, medias, peine, toalla, camisas, cordones de zapatos, zapatos, cuchillo-pluma, plumas, una piel para el pecho, guantes, papel de envolver, carboncillo.
Las cuestiones mentales que no han pasado a través del senso comune son vanas y no engendran nada más que una verdad prejuiciosa. Y como tales discursos surgen de la pobreza de ingenio, tales razonadores son siempre pobres, y si han nacido ricos morirán pobres en edad avanzada, porque parece que la Naturaleza se venga de aquellos que quieren obrar milagros, de manera que tienen menos que los hombres más callados. Y aquellos que quieren enriquecerse en un día viven mucho tiempo con gran pobreza, tal como ocurre, y ocurrirá hasta la eternidad: los alquimistas, los que persiguen la creación de oro y plata, y aquellos ingenieros que quieren que el agua estancada genere vida en movimiento perpetuo, y el estúpido supremo, el nigromante y el mago.

La última reflexión es interesante, pero también lo es ver cómo el cerebro llamó la atención o los cocodrilos, y de alguna forma se apuntó da Vinci que debía profundizar en ello.

Fuente: Listas memorables, de Shaun Usher

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