Es más que probable que alguna vez hayan escuchado o leído la historia que asegura que Churchill fue salvado por Alexander Fleming dos veces. Aunque hay algunas variaciones, la leyenda dice que Churchill fue rescatado por Fleming, siendo este niño, cuando iba a morir ahogado en un lago, y que el padre del futuro Primer Ministro le pagó los estudios en agradecimiento. Cuando creció, Fleming volvió a salvarle la vida a Churchill, ya que su descubrimiento, la penicilina, le curó cuando estaba enfermo. Bien, pues es mentira, y la primera vez que se contó ese mito fue nada más y nada menos que en 1944. Lo que sí es cierto es que la buena puntería con el rifle ayudó a Fleming en su vida y, por añadidura, a salvar miles de vidas.
Que Alexander Fleming es famoso por descubrir la penicilina y cómo la suerte jugó a favor de ese descubrimiento, también es una historia popular, y además cierta. Escocés nacido en 1881, era buen observador y eso le ayudó a darse cuenta de que los hongos habían crecido en unas placas de Petri, quizás por la falta de limpieza, y eso le llevó al descubrimiento que salvaría miles de vidas.
Retrocediendo en el tiempo, en 1903 Alexander Fleming entró a formar parte de los jóvenes estudiantes de medicina dentro de la Escuela Hospital Médica de Santa María (St. Mary’s Hospital Medical School). Allí siguió practicando un deporte en el que destacaba: el tiro. Se apuntó al club de rifle de la escuela y debía ser todo un puntal en las competiciones porque cuando acabó su formación académica, el director de ese club del rifle peleó por encontrarle un lugar en el centro para que se pudiera quedar allí y siguiera en el club. Hubo suerte y encontró un hueco como investigador en el equipo de Sir Almroth Wright, un pionero en vacunación e inmunología.
De allí su carrera le llevó por la guerra y luego volvió St. Mary como profesor. No podemos saber, lógicamente, qué hubiera sido de la vida de Fleming si hubiera elegido otro camino, pero lo cierto es que disparar bien con el rifle le llevó a comenzar como investigador en St. Mary y quizás fue el primer golpe de suerte para acabar descubriendo la penicilina.
Así, podríamos decir que la buena puntería de Fleming con el rifle acabó salvando miles de vidas, en la guerra y en los toros. Hay gente con suerte y gente sin suerte, como demuestra la vida de Fleming en contraste con la de Duchesne.
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