| (Protesta feminista en Nueva York en 1971) |
Dice la RAE que uno de los significados de la palabra paparruchas es “noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”. Esto debería ser ya un indicador de que la post verdad y las noticias falsas, ese mal que embadurna la información que recibimos todos los días, no es algo nuevo. Hoy en concreto ha sido un día en el que se ha puesto de manifiesto cómo las noticias falsas se hacen populares y cómo saltan de tuit en tuit y de página en página, sin mucha comprobación. Lo digo por el caso de Pablo Motos y el Premio Nacional de Cultura. Pero todo esto, como decía, no es nuevo. Aunque sí es cierto que está alcanzando niveles nunca vistos.
En 1968 ocurrió un hecho que ha pasado a la historia como una de las protestas feministas más famosas: la quema de sujetadores. Durante un concurso de belleza en Atlantic City, un grupo de manifestantes interrumpieron con voces el evento, coronaron como Miss a una oveja y tiraron a un cubo de basura los zapatos de tacón, algunas revistas, los utensilios de peluquería y, por supuesto, también los sujetadores que usaban las concursantes para vestirse y desfilar para mostrar su belleza.
Cuando iban a quemar los sujetadores, como acción contra la forma en la que se veía la belleza de la mujer, la policía y los bomberos intervinieron y lo evitaron, ya que prender fuego allí podría ser peligroso, con maderas y telas por todos los lados. Esto es lo que ocurrió en realidad.
Lindsy Van Gelder, una periodista que trabajaba para el Washington Post, escribió sobre aquel hecho y habló de la quema de sujetadores, algo que en realidad no llegó a producirse. Ella lo explicaba claramente y contaba la verdad, pero usó una analogía con la quema de documentaciones por la Guerra de Vietnam. No obstante, en el titular se hablaba de quema-sujetadores y la idea caló. Caló tan hondo que creó una historia falsa de la que se hicieron eco muchos periódicos entonces y que aún hoy sigue dando vueltas.
Todavía hoy la quema de sujetadores se sigue tomando como una acción de protesta a favor de la liberación de la mujer, como si en aquellos años 60 se hubiera llevado a cabo. Y no fue cierto, fue sólo un mito.
De una noticia cierta se creó una noticia falsa y, lógicamente, esta segunda era más espectacular e interesante para la masa. El mito ganó la batalla. Esa es una buena lección de periodismo y, especialmente, una lección para los que consumimos información, como lo falso parece a menudo más interesante que lo cierto. Y otra buena lección de periodismo es lo importante que es un titular.
Fuente: The New Yorker
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