Juan Romero, el chaval que le daba la mano a RFK cuando le dispararon

(Romero junto a RFK tras el atentado)

JFK, John F. Kennedy, fue asesinado en Dallas, como todos ustedes sabrán. RFK, su hermano Robert, era también un importante político y también murió asesinado. Fue el 6 de junio de 1968, y a su lado, dándole la mano, justo en ese momento, había un chico de 17 años. Fue testigo de la historia, sin pretenderlo y posiblemente sin desear que la historia hubiera pasado tan cerca de él.

Kennedy, aquel día de 1968, estaba trabajando en su campaña para la presidencia de Estados Unidos, y mientras era guiado por los pasillos y la cocina del Hotel Ambassador, en Los Ángeles, se paraba a saludar a la gente que trabajaba allí. Se acercó a Juan Romero, un ayudante de camarero, y mientras este le daba la mano, hizo aparición en escena Sirhan Sirhan, un jordano que disparó con un revolver del 22 al senador. Sirhan era partidario de los palestinos y atentó contra RFK por su apoyo a Israel.

Al momento, varios hombres trataron de retener al asesino, que siguió disparando hasta que lo consiguieron, hiriendo con esos disparos a otras cinco personas.

William Barry, un tipo del FBI, se arrodilló junto a RFK y le colocó una chaqueta hecha un ovillo bajo la cabeza. Barry sabía que el disparo se había hecho con un 22, un calibre pequeño, y confiaba en que no fuera demasiado grave. Entonces vio que el senador había sido alcanzado en la cabeza, y sus esperanzas se evaporaron.

Romero, un inmigrante mexicano de 17 años, se arrodilló también al lado del malherido RFK y mientras le sostenía la cabeza le colocó un rosario entre las manos. Como decía, presenció la historia pasar a su lado, la tocó, aunque por las palabras del propio Romero, muchos años después, aquel día le ha atormentado a menudo, pensado en si pudo hacer algo para cambiar la historia.

Romero había hecho un cambio con un compañero para poder estar cerca del senador. A cambio de todas las propinas de una noche y de recoger las mesas del otro, Romero pidió atender la suite del RFK. Admiraba a Kennedy.

Y tras saludarlo y recibir una sonrisa, ahora lo tenía agonizando ante él, herido de muerte, mientras Romero le ofrecía su consuelo con el rosario que le entregó. Pero según el propio camarero, el que recibió consuelo fue él, de la boca de Robert Kennedy, que moviendo apenas los labios y casi sin voz, tanto que Romero tuvo que pegar su oreja a la boca, dijo:

Todo va a salir bien… ¿Está todo el mundo bien?

Fuente: La Opinión y Los Angeles Times

Curistoria

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