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(Cela pronunciando el discurso de entrada en la Real Academia Española, 1957) |
Camilo José Cela, escritor, académico, Premio Príncipe de Asturias y Premio Nobel, tuvo una iniciación en el uso del supositorio que parece mentira, pero que estando escrita y descrita por él mismo, merece todas las garantías de ser cierto. Muchos de ustedes recordarán cuando contaba su capacidad para absorber litro y medio de agua de un solo golpe por vía anal, allá por los primeros años 80 entrevistado por Mercedes Milá, pues eso se queda corto con lo que le pasó un tiempo antes.
Aproximadamente tres décadas antes de aquella entrevista, cuando era Cela más joven e inexperto en el mundo de las cuestiones que podían o no introducirse por las posaderas, cogió el gran hombre un fiebrón, en palabras suyas, y el médico le diagnóstico unos supositorios que eran la última palabra para el mal que le aquejaba. Cuando se disponía a irse a dormir, se fue la luz en su casa y se hubo de colocar el escritor a tientas el primer supositorio del tratamiento al que le habían condenado.
A la mañana siguiente el Nobel tuvo esta conversación con su mujer de entonces:
—Toma, Camilo José, ponte el otro supositorio.
—No, hermosa, ese otro supositorio se lo va a poner tu madre. ¡Con lo que rasca!
—¿Cómo que rasca?
—¡Pues claro que rasca! ¡Rasca un horror! ¿Te enteras? ¡Un horror!
Entonces ella, no haciendo caso a las quejas, le tendió el supositorio tras sacarlo de su envoltorio. Cela cambió de cara y de parecer y le pidió perdón a su mujer al momento, confesándole que la noche anterior se lo había introducido “sin pelarlo”, o lo que es lo mismo, con el envoltorio de papel de plata sin retirar.
Muchas lecciones, amigos, se sacan de este hecho: que hasta los listos tienen casos en los que parecen tontos, que la primera vez nunca fue fácil, que los supositorios se pelan, que de no hacerlo rascan…
Sólo por eso le otorgaba el IgNobel de medicina. Y le refrendaba el premio todos los años que me durara la risa.
Me río por no llorar al imaginarlo !!
Pobre hombre, yo sólo pienso en cómo aguantó el papel de plata toda la noche ahí metido 🙁
Gracias por comentar.
¿Y expulsarlo qué? ¡Porque con el papel puesto lo expulsaría enterito!
Ahí es mejor no entrar, Vidia, en todos los sentidos 😀
prueba irrefutable de que un Premio Nobel de Letras puede ser un ignorante de tomo y lomo. Supongo que el sentido común de este hombre estaba con su educación, de vacaciones en algún lugar lejano…