Gay Talese |
El domingo pasado publicaba el diario español El País en su dominical una entrevista a Gay Talese. Escritor y periodista, es un referente dentro del periodismo mundial por su literaria forma de escribir y de contar los hechos. Su época en The New York Times es historia del periodismo y sus artículos sobre gente como Joe Louis o Joe DiMaggio son considerados clásicos y ejemplos a seguir para todo aquel que quiera hacer ese tipo de trabajo periodístico. Por cierto, algunos de estos artículos se recogen en El silencio del héroe, un libro que acaba de publicar y motivo, supongo, de la entrevista.
Volviendo a esta, narraba en ella cómo el 22 de noviembre de 1963, cuando tenía treinta y un años, le encargaron que saliera a la calle para observar las reacciones de la gente, cómo se estaba comportando en aquella jornada, para luego, lógicamente, contarlo en el diario. Aquel día habían asesinado a John Fitzgerald Kennedy, JFK, y se esperaba que América entera estuviera conmocionada y llorara por el asesinato de su presidente.
Talese se echó a la calle y dando vueltas por la ciudad se encontró con otro grande del mundo de los diarios, Tom Wolfe. Hay que decir que ambos, Wolfe y Talese, están hoy considerados como los padres de ese nuevo periodismo al que hacía antes alusión. Pero entonces, en 1963, eran aún personajes de guerrilla, por decirlo de algún modo, dentro de los mastodónticos diarios en los que trabajaban. Después de saludarse, comentaron lo que estaban haciendo y curiosamente ambos habían recibido el mismo encargo por parte de sus jefes. Decidieron compartir un taxi y así pasar el rato juntos y ahorrar algo de dinero.
Después de cuatro o cinco horas en las que recorrieron gran parte de Nueva York, volvieron a sus redacciones. Talese le contó a su editor que no había visto nada reseñable y que iba a escribir precisamente sobre eso, sobre la falta de reacciones y de emoción por parte de la gente de su ciudad frente al asesinato en Dallas de JFK. Su jefe decidió dejar el tema y no publicar nada al respecto. Cómo contar que el pueblo no lloraba por su presidente.
A la mañana siguiente Talese compró nada más levantarse el Herald Tribune, donde escribía Wolfe, para leer lo qué había escrito este en torno a lo que ambos pudieron ver y sentir la tarde anterior en su ronda conjunta por las calles. Después de mirar el diario de cabo a rabo no fue capaz de encontrar nada publicado por Wolfe con respecto a las reacciones de la gente. Ambos habían llegado a la misma conclusión y a la misma vía muerta.
Dos periodistas, dos de los grandes, vivieron una historia conjunta y paralela de la que no ha quedado rastro impreso pero que constata, basándonos en lo que cuenta Talese en su entrevista, que la ciudad de Nueva York, y con seguridad otras muchas por todo Estados Unidos, vivieron la muerte de JFK sin grandes cambios, emociones o hechos reseñables. Desde mi punto de vista, es un aspecto sobre el que reflexionar. El día del asesinato de JFK fue un día para la historia y se han escrito miles y miles de líneas al respecto, pero nada había que contar sobre la gente corriente, sobre sus reacciones. Sus vidas continuaron sin cambios.
Parece mentira que haya ocurrido algo así ó sera mejor decir, que parece mentira que no haya ocurrido nada
Sí, es un poco extraño, pero también tiene su lógica: ¿cambió la vida de la gente?
Saludos y gracias por comentar.
Muy interesante lo del hecho que para ellos la gente siguió con su vida aquel trágico día. He leído que muchas personas pueden recordar qué hacían exactamente ese día al momento que se enteraron del atentado y muerte del presidente JFK.
Por otro lado, es probable que el orgullo estadounidense aflorara durante esas primeras horas y todo el mundo pensara que el mejor tributo a su presidente era continuar la vida, engrandeciendo su nación y su legado.
Elier, ¿recuerdas dónde estabas y qué hacía el día de los atentados del 11 de septiembre? Yo me acuerdo perfectamente :)
Saludos y gracias por el comentario.
El 11 de septiembre, el 11 de marzo, aquel día de julio de Miguel Ángel Blanco… Son días que se te quedan grabados.
Saludos,
Vidia.
También me acuerdo qué estaba haciendo el día que asesinaron a Miguel Ángel Blanco, cierto.
Saludos.
Como más de media España, estarías sentado delante de la tele esperando noticias y preguntándote, o comentando con alguien, si lo verías por puro interés o rallaba un poco el morbo… Pero seguro que recuerdas donde estabas, con quien y algunos comentarios que se hicieran.
Un día que no debió existir, como tantos otros por desgracia.
Saludos,
Vidia.
Manuel, lo recuerdo como si el hecho hubiese ocurrido hace unos segundos. Y recuerdo, aunque vagamente, el grupo de personas que escuchamos del suceso.
Saludos.
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