Ya les he comentado en otras ocasiones, haciendo referencia a la curistoria que escribí sobre el tema, que Cervantes y Shakespeare murieron en la misma fecha, el 23 de abril de 1616, pero en distinto día. Inolvidable día, por otra parte, ya que el 23 de abril se celebra cada año el día del libro. Vuelvo al tema para hablar del nacimiento y muerte del inglés.
La mayoría de las referencias a la fecha de nacimiento de Shakespeare se quedan con el día en el que fue bautizado, el 26 de abril de 1564, por tener constancia de la misma, pero aunque permanece sin certificar, es comúnmente aceptado que el dramaturgo por excelencia en lengua inglesa naciese el mismo día en que murió, el 23 de abril, contando amabas fechas por el calendario juliano.
Y de su nacimiento a su muerte, ya que, según parece, debido a la costumbre que había en aquel tiempo de desalojar tumbas con cierta antigüedad para reaprovecharlas y trasladar los restos a un osario común, Shakespeare quiso apelar a la compasión del enterrador. El propio autor escribió su epitafio para que fuera inscrito en su tumba:
Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.
A esto hay que añadir una leyenda que dice que Shakespeare se llevó a la tumba con él, literalmente, algunas obras inéditas, lo que sería todo un acontecimiento de ser cierto y de ser rescatadas en la actualidad. En cualquier caso, parece que hasta nuestros días ha pesado más la petición del fallecido de que lo dejen tranquilo en su tumba que las ganas de escarbar, literalmente, en busca de obras inéditas.
Fuente: Vidas secretas de grandes escritores, de Robert Schnakenberg
Se le perdona a la literatura clásica lo que no a la moderna porque es fruto de su tiempo, uno oscuro y dogmático del que una conciencia individual no acaba de escapar.
Que buena publicación la que nos planteas, ha sido todo un gusto visitare y deleitarse con tan buen análisis.