
Ayer comentaba con un amigo, mientras comíamos, la cantidad de historias interesantes que hay en torno a los conquistadores y exploradores del Nuevo Mundo durante el siglo XV y XVI. Hoy les traigo a ustedes un ejemplo de ello, en concreto, la historia de Pedro Serrano.
Este capitán español tuvo la mala suerte de naufragar en el Mar Caribe en 1526, y simultáneamente tuvo la buena suerte de salir vivo del trance. Fue el único miembro de la tripulación que sobrevivió. Nuestro hombre se vio solo en un lugar sin casi vegetación y sin fuentes de agua dulce. Serrano no se amilanó por todo esto y comenzó a cazar pájaros y a pescar para procurarse alimento y a recoger agua de lluvia para no morir de sed.
Cuando llevaba tres meses allí perdido, solo y sin un triste balón de voleibol con el que hablar, llegó a la isla el superviviente de otro naufragio. Con compañía, lo que haría la situación más llevadera, Serrano seguía esperando que lo rescataran, pero aquel pedazo de tierra no estaba en las cartas marinas de la época y la zona no debía tener mucho tráfico. Viendo que todo el que pasaba por allí acababa naufragando, tampoco parece extraño. Aunque sea un tópico de las historias de este tipo, aquellos hombres construyeron un refugio y cuando había maderas que quemar, restos del algún naufragio, intentaban que el humo fuera visible para ser rescatados.
En 1534 aquella paciencia y aquella capacidad de resistencia tuvieron por fin recompensa. Un galeón divisó el humo y un bote fue enviado para rescatarlos. 8 años había durado la aventura para Serrano y su compañero. Este último tuvo la mala suerte, después de resistir años en una isla desierta, de morir a bordo del galeón. Me recuerda el final de este hombre a aquello de remar y remar para ahogarse en la orilla.
Pedro Serrano volvió a España y se convirtió en un hombre famoso en Europa. Ganó una buena cantidad de dinero y todos le admiraban por aquella aventura que narraba. El relato de este hombre, que él mismo narró, está conservado en el Archivo General de Indias de Sevilla.
Por cierto, el banco de arena en el que naufragó se llama hoy Serrana Bank (Banco de Serrana) en su honor.
guauh!! que buen blog, acabo de verle y tiene entradas muy interesantes. te sigo, saludos!! thesanballantines.blogspot.com
Gracias por tu historia.
Aunque ya la había escuchado, me podías decir si tiene algo que ver con la novela de Robinson Crusoe?. Creo que hay algo de inspiración para esta novela… no estoy seguro.
Gracias San Ballantines.
Creo que sí, que esta historia influyó en la de Crusoe.
Saludos.
Esta historia y el refrán me ha recordado la muerte del filósofo y crítico alemán Walter Benjamin en España.
Por sus ideas abandonó Alemania y se refugió en París del nazismo, y muy enfermo ante la ocupación de la ciudad por las tropas nazis, se trasladó a España.
Benjamin murió en Cataluña, en Portbou. Se cree que ante el temor de una expulsión de España que le hicieran volver a la Francia ocupada por los nazis, se suicidó con morfina. Al resto del grupo le fue permitido continuar su destino al día siguiente. Su amigo el filósofo Adorno le estaba esperando en Nueva York pero Benjamin no llegó.
Gracias Pretty por la historia.
Saludos.
este tipo de historias si que molan 🙂 me guardo la página para ver mas espero 🙂
Un saludo!
Seguro que sí 🙂
De hecho, Daniel Defoe se inspiro tambien en parte en ella, para su Robinson Crusoe, ademas de otro caso ingles, mas conocido.
Pero bueno, supongo que conoceis a Cabeza de Vaca. este tambien es interesante
Saludos
Gracias por el comentario. Efectivamente Crusoe algo bebió de aquí:
http://curistoria.blogspot.com.es/2012/10/la-historia-real-tras-robinson-crusoe.html
Por otra parte, creo que Cabeza de Vaca todavía no ha pasado por el blog.
Saludos.