Los artistas confían en las musas para que les ayuden en su trabajo, o al menos eso dice la leyenda. Algunos tienen la suerte de tener una Musa a su lado siempre y eso les allana el camino. Las musas eran nueve diosas hijas de Zeus y Mnemosine, según la mitología griega. Presidían las Artes y las Ciencias y de ahí proviene la relación con la inspiración artística. De hecho, esta relación entre arte y musas tiene su origen en aquel lejano tiempo.
Estas nueva diosas eran: Calíope, musa de la Poesía épica, Clío la de la Historia, Euterpe de la Poesía lírica, Melpómene de la Tragedia, Terpsícore de la Música y la Danza, Erato de la Poesía amorosa, Polimnia de la Poesía sagrada, Urania de la Astronomía y Talía de la Comedia.
En el año 290 antes de Cristo, en la ciudad egipcia de Alejandría, Tolomeo I Sóter creó un mouseion (palabra griega), el primero de la historia, para alojar a los sabios y eruditos de tal forma que pudieran trabajar tranquilamente al amparo del Estado. Este enorme edificio tenía comedor, salas de lectura, claustro, jardines, zoológico… y, por supuesto, una grandiosa biblioteca; la Biblioteca de Alejandría. Un par de décadas después de la inauguración, en el 270 a.C., el fuego arrasó con aquello.
De aquel mouseion griego nació posteriormente la palabra latina museum, que ya tenía una connotación un poco distinta, aunque derivada de aquella. Ahora el museum era un templo dedicado a las musas de las que les hablaba al comienzo de esta entrada. Posteriormente, llegado el renacimiento, época en la que se idolatraba todo lo clásico, se comenzó a usar el término para referirse a la exposición o colección de objetos bellos y valiosos. Este uso es el que ha perdurado hasta nuestros días y de ahí viene el origen de la palabra museo.
Un museo está dedicado a las musas y alberga las obras de artistas que las crearon inspirados por alguna de aquellas nueve. Una bonita historia, sin duda.
Mi agradecimiento a Richar, creador de Novedades con Historia, sitio de referencia en novela histórica, y un habitual últimamente en estos agradecimientos, por ponerme tras la pista.
Algo sabía de esto, sobre las musas y los museos, pero no sabía que en particular el término había nacido en Alejandría…
Yo soy absolutamente fanático de los museos y las bibliotecas grandes, conozco todos los de mi ciudad. De modo que me imagino lo que debe haber sido la Biblioteca de Alejandría y se me baja la presión.
En fin…
Excelentísimo blog! Se ve que tienes una relación de bastante confianza con Clío… Cuando puedas, pídele que me pase las casillas de e-mail de sus amigas, que no me vendría nada mal, jeje.
Ras, gracias por tu comentario. Hablaré con Clío ;)
Saludos.
Me ha encantado este post, es precioso
Otro paso clave en la transición a los museos de ahora fueron las Cámaras de Maravillas o Gabinetes de Curiosidades como la de Felipe II en El Escorial que albergaban objetos raros.
En el siglo XVI con la ampliación del conocimiento geográfico empezaron a llegar objetos indígenas, una de las excentricidades es la de atesorar, a la manera de los reyes orientales, mil y un objetos preciosos y curiosos que su dueño enseña.
En estas cámaras artísticas pueden encontrarse tanto obras de ingenio humano, denominadas artificialia, como curiosidades producidas por la naturaleza que reciben el nombre de naturalia. Todo tiene cabida, desde calaveritas de enanos hasta fémures de gigantes, ídolos precolombinos o cristales de Venecia, los autómatas se mezclan con las estatuillas romanas, los relojes astronómicos con las conchas marinas de mil colores y formas, obras de arte junto a simples piedras moldeadas por el agua y el viento con formas caprichosas.
La verdad es que hoy estamos "hartos" de ver cosas, pero en aquel tiempo había mil cosas que parecerían imposibles.
Saludos.