Los censores romanos y la palabra censura

Los censores romanos y la palabra censura

La censura ha existido desde el principio de los tiempos, o al menos desde que un hombre tiene el poder de imponer a otro lo que ha de saberse o aquello de lo que no se puede hablar. En términos cómicos, me imagino a un hombre prehistórico recibiendo un garrotazo en la cabeza por parte del jefe del grupo, por decir que era mejor acampar a la solana de una peña en lugar de en el sitio propuesto por ese jefe. Pero más allá de eso, la relación entre los censores romanos y la palabra censura explican la etimología de esta.

Los censores romanos y la palabra censura están relacionados, aunque un censor tenía más atribuciones

Es obvio que hay casos de censura mucho antes de que existiera la palabra que conocemos nosotros, que tiene su origen en tiempos romanos. Y precisamente de eso quiero hablarles, del origen de la palabra, pero también de cómo actuaban los censores.

En la organización social y política de la República romana, el censor jugaba un papel muy importante. Una de sus labores principales era mantener el censo de la población, es decir, apuntar quiénes eran los ciudadanos. Su nombre, familia, posesiones… Tan relevante era ser censor, que durante mucho tiempo tan sólo los que habían sido cónsules llegaban a este cargo, que fue instituido en el año 443 a.C. y, aunque fue variando, se mantuvo hasta el año 22 d.C. Luego los emperadores se quedaron con todas sus funciones.

Además de mantener el censo y de algún importante tema económico, eran responsables de velar por el respeto y el mantenimiento de las tradiciones y las costumbres. En esta parte de sus obligaciones, cuando alguien se comportaba de manera inadecuada o actuaba contra la tradición, era reprobado o castigado por los censores, además de ser marcado en el censo.

De esa labor proviene la palabra censura y el significado que tiene en nuestros días. Los censores, una vez confeccionada la lista de ciudadanos, marcaban sobre la misma a aquellas personas que se habían desviado de la moral por la que ellos tenían que velar. Como si fueran profesores que sobre la lista de alumnos marcan a los que son algo revoltosos en clase, los censores apuntaban junto al nombre del ciudadano sus faltas.

Los posibles motivos de censura eran muchos, tanto privados como públicos, y los castigos, severos

Los motivos para acabar siendo marcado en el censo podían ser muchos, tanto públicos como privados. Sí, también lo que uno hacía en el ámbito privado estaba controlado en términos morales. Por ejemplo, no respetar el matrimonio, llevar un modo de vida demasiado lujoso o extravagante, no cumplir con las responsabilidades de uno o ser cruel con los esclavos, eran motivos para ser censurado. Lo mismo que el perjurio, desobedecer a un superior o no cuidar del caballo siendo un équites.

Por supuesto, esto tenía consecuencias, en ocasiones tan serias como ser exiliado, pero también perder estatus social. Como decíamos antes, ser de la clase ecuestre y no cuidar el caballo estaba penalizado. En ese caso, la censura podía causar que el caballo, que era financiado públicamente, fuera confiscado.

Afortunadamente uno podía reconducirse y ser perdonado, lo que conllevaba que dejara de estar marcado. Literalmente.

Este es el origen de la censura y la etimología de la palabra. La idea subyacente ha cambiado con el paso del tiempo, pero la prohibición de hablar de determinados temas sigue tan viva hoy como entonces, y como ha estado siempre.

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