Cada cierto tiempo me topo con un libro que me lleva a pensar de nuevo en lo fascinante que es la historia. En cómo el pasado está lleno de situaciones y hechos impresionantes. Este es el caso de Lobas, de Helen Castor, que a través de las biografías de cuatro mujeres medievales inglesas no cuenta la época en la que vivieron y qué vivieron. Además, tiene otra gran virtud, que no es tan habitual. Explica la historia como una secuencia, y uno comprende así por qué ocurren las cosas y qué lleva a tomar determinadas decisiones. Al final la historia es un continuo, con algunos hitos, muy pocos, que cambian el rumbo. Y esto no se suele percibir en las narraciones, pero Castor lo hace muy bien en ese sentido.
Lobas, de Helen Castor reúne cuatro biografías de otras tantas damas importantes en la Edad Media
Decía que la historia tiene hechos impresionantes. Miren si no. Matilde y Guillermo eran los hijos legítimos de Enrique I, hijo a su vez de Guillermo el Conquistador. Matilde formó parte de uno de esos matrimonios diplomáticos de conveniencia que han gobernado la historia, y se casó con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Esto era como enviarla a otro mundo, en aquel tiempo. La corona inglesa quedaba reservada así para Guillermo, su hermano, además de Normandía y otros territorios.
El 25 de noviembre de 1120, desde el puerto de Barfleur, el rey Enrique I partía desde Inglaterra hacia Normandía. Cruzaba el canal. Un viaje siempre peligroso en invierno, pero que el rey había hecho casi 20 veces. Su drakar dejó el puerto sin problemas. Detrás, poco después, debía partir su hijo Guillermo, el heredero, podríamos decir. Tenía este 17 años e iba en otro barco, capitaneado por un hijo del capitán que había llevado a Guillermo el Conquistador desde Normandía a Inglaterra para conquistarla. Esto traía buena suerte, pensaban.
La juventud de Guillermo y sus compañeros hizo que a bordo se viviera una fiesta, con mucho vino, gritos y alboroto. Tanto es así que un conde que no podía beber debido a problemas estomacales pidió bajar a tierra. El barco partió sin ese conde, por suerte para él. Al poco de partir, el drakar en el que iba Guillermo chocó con una roca y se hundió. Murieron todos salvos dos personas, y ninguna de ellas era el heredero del trono.
Este hecho cambió la historia, ya que dejaría un hueco en el trono de Inglaterra para Matilde, la hermana del rey Enrique y tía del ahogado, y para su descendencia. Todo un giro de guion. Pero la historia no es tan sencilla, porque alguien tomó el trono antes que Matilde. Y entonces vino la guerra, y los pactos, y más guerra.
Una narrativa clara y estimulante que nos hace ver la secuencia de acontecimientos claramente
Lo que cuenta Helen Castor en su libro Lobas es la historia de cuatro mujeres clave en la historia de Inglaterra. Y los hechos históricos son tan apasionantes que no tiene que envidiar a cualquier novela o película, incluso cuando la ficción tiene dragones. Lo hace, además, y esto sí que es virtud de la autora, con una narrativa bien hilada. Es un mérito suyo que el lector no se pierda en la secuencia de cambios de gobierno y de nombres que van pasando. Helen Castor, por cierto, es historiadora especializada en la Inglaterra medieval y profesora en Cambridge.
Es por tanto un libro muy entretenido y estimulante, ya que, sin pararse en los detalles de cada momento concreto, al fin y al cabo, hablamos de cuatro pequeñas biografías de unas 100 páginas, nos permite conocer la época y los hechos con sentido, con lógica. Las cuatro damas son: Matilde (1102-1167), Leonor de Aquitania (1124-1204), Isabel de Francia (1295-1358) y Margarita de Anjou (1430-1482). En definitiva, cuatro mujeres que fueron reinas, esposas y madres de reyes, y parte esencial de la historia de Europa. Y gracias a eso, con ellas como vector, lo que hace Castor es ampliar la foto a mucho más.
Pudiera parecer que es un libro centrado sólo en Inglaterra, pero no. Y no sólo porque estén también involucrados en las vidas de estas reinas el Sacro Imperio Romano Germano o incluso Tierra Santa, por citar mundos distintos. Sino también porque se habla de Normandía, de Francia, de Anjou, de Aquitania, de Bretaña, de Gales o de la Gascuña. Lugares, muchos de ellos, que estaban bajo el dominio de los reyes ingleses. O podríamos decir que Inglaterra estaba gobernada por franceses, aunque no eran técnicamente franceses. Es imposible separarlo. No olviden que Guillermo I de Inglaterra, que conquistó las tierra al norte del canal en 1066, era duque de Normandía.
Ayudan a la lectura algunos árboles genealógicos y mapas. Los primeros son muy útiles por esa afición de los nobles de repetir y repetir los mismos nombres una y otra vez. Matildes, Enriques, Eduardos, Juanes… Una buena edición hecha por Ático de los Libros, con traducción de Cristina Riera Carro, María del Carmen Boy y Alba Pellicer.