Religión

La Escalera Inamovible de la Basílica del Santo Sepulcro

La Escalera Inamovible de la Basílica del Santo Sepulcro

Lo que conocemos como Tierra Santa es una zona que lleva siglos en disputa. De uno u otro modo, algunas de las principales religiones del mundo confluyen ahí para situar lugares clave en su historia. Si tenemos en cuenta que además esas grandes líneas religiosas tienen ramificaciones, la cosa se complica. Con estas ramificaciones estoy refiriéndome a los cristianos ortodoxos griegos, los armenios, los que tiene a Roma como centro… Y si reducimos el ámbito de Tierra Santa a Jerusalén, la situación de enfrentamiento se agrava. Es eso lo que ha provocado una situación insólita con la Escalera Inamovible de la Basílica del Santo Sepulcro.

La Escalera Inamovible de la Basílica del Santo Sepulcro es una pequeña escalera de mano hecha madera que nadie puede mover de su lugar

Las religiones en Tierra Santa han tenido que entenderse de una forma y otra a lo largo del tiempo. A veces con mejor resultado y otras a tortas. Algunos de los lugares más importantes, como el Santo Sepulcro, están regidos desde hace siglos por un acuerdo que se conoce como el Statu Quo, que da lugar a historias muy curiosas. Por cierto, lo verán citado en muchos sitios como Status Quo, aunque lo correcto según la Fundeu es Statu Quo. Todo viene de muy atrás.

En la época de dominio otomano en Tierra Santa, los sultanes fueron dando el control sobre los distintos lugares santos a unos y otros en función de acuerdos, presiones e intereses. Esto hizo que los ortodoxos y los católicos tuvieran ciertas rencillas y problemas. El Domingo de Ramos de la Semana Santa de 1757 hubo algunos disturbios importantes en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Entonces la orden católica de los franciscanos era la encargada de ella y fue asaltada por los cristianos ortodoxos. Esta situación acabó llevando al sultán Osman III a establecer esa doctrina del Statu Quo, que aplica sobre 9 lugares sagrados de Jerusalén y Belén. La Basílica del Santo Sepulcro o el Muro de las Lamentaciones, ambos en Jerusalén, o la Iglesia de la Natividad, en Belén, son algunos de esos 9 lugares bajo el Statu Quo.

La norma fue revisada en 1852 y 1853, y en 1856 fue elevada a acuerdo internacional en el Tratado de París. Son 6 las religiones que están atadas por el decreto del sultán y sus posteriores revisiones. Básicamente, ninguna de ellas puede hacer nada en los lugares afectados por el decreto, sin tener el acuerdo de las otras 5. Y cuando decimos nada, es nada.

La norma del Statu Quo lleva 2 siglos vigente

Esta expresión latina, Statu Quo, significa algo así como el estado de las cosas en un determinado momento. Y eso es justo lo que estableció el decreto del sultán, que todo debía permanecer inamovible en esos lugares sagrados para las religiones, tal y como estaba en ese 1757, a menos que todas las religiones afectadas se pusieran de acuerdo para modificarlo.

El caso extremo de este acuerdo es una escalera de mano que lleva colocada en el mismo sitio desde 1728, y que no se puede tocar desde ese 1757 cuando el decreto fue dictado. Es decir, desde hace más de dos siglos y medio. Es una pequeña escalera de madera, de tan sólo 5 travesaños, que está en la Basílica del Santo Sepulcro, bajo una ventana. En la imagen de arriba la pueden ver.

Se quitado de ese lugar de manera temporal un par de veces, pero se ha vuelto a colocar porque la conocida como Escalera Inamovible se ha convertido en un símbolo. En el paradigma visible del Status Quo.

La historia de la escalera y su situación no está clara. Algunos dicen que estaba ahí debido a unas reparaciones, lo que de acuerdo de la teoría de la navaja de Ockham sería lo cierto. Pero hay quien dice que los ortodoxos cobraban una tasa por entrar al edificio y gracias a esa escalera algunos se colaban sin pagar. Siendo Tierra Santa y estando por medio la religión, cualquier explicación es viable, porque tengo la impresión de que lo que en otros sitios es surrealista allí puede ser hasta costumbrista.

Este Statu Quo bloquea cualquier cambio, por minúsculo que sea. Por ello, una familia es la encargada de abrir el portón de la Basílica y otra de cerrarla. Y eso no cambia, porque habría que ponerse de acuerdo. Y lo mismo ocurre con las exactas normas que marcan a qué altura exacta tienen que estar los telones ceremoniales en la Basílica de la Natividad. O en qué situaciones los ortodoxos pueden poner una escalera en el suelo de una capilla armenia. Sólo pueden hacerlo para limpiar una parte de la capilla, por encima de la cornisa, que está bajo control ortodoxo dentro en esa capilla armenia.

En definitiva, estas historias son apasionantes y hacen cierto eso que decía de que allí lo surrealista se convierte en costumbrista, en lo habitual.

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