Al comienzo de la película Tesis, de Alejandro Amenábar, hay una escena que ilustra la fascinación por ver el sufrimiento de otros, por asomarse a lo horrible. Vemos que hay un accidente en el metro porque alguien que se había caído a las vías y está partido por la mitad. O se había tirado, no recuerdo. Esa visión concita el interés de los transeúntes y no se resisten a asomarse. Supongo que lo mismo ocurría con los autos de fe inquisitoriales. Y de nuevo lo vemos con los linchamientos de personas de color en Estados Unidos. Tanto es así que Estados Unidos prohibió las fotos de linchamientos como tarjetas postales porque eran comunes.
Durante mucho tiempo no fueron algo excepcional los linchamientos de personas de color en Estados Unidos, como juicios sumarísimos, aunque aquello era cualquier cosa menos un juicio. Eran casi una atracción, como demuestra de lo que voy a hablarles hoy. De nuevo, como siempre que se habla de ese país, hay que tener en cuenta su extensión y que, siendo un lugar, contiene varias sociedades. Según los registros, entre 1882 y 1968 unos 4.750 asesinatos de este tipo fueron perpetrados. Y probablemente ese número es menos de la mitad de los que realmente ocurrieron.
El servicio postal de Estados Unidos prohibió las fotos de linchamientos como tarjetas postales, aunque la práctica continuó durante varias décadas del siglo XX
En ocasiones, cuando se sospechaba que un hombre o mujer de color había cometido un crimen, la gente se tomaba la justicia por su mano. Y se la tomaba de la forma más brutal posible. Primero se linchaba al sospechoso y luego se le ahorcaba. También quemarlos vivos era una opción. Si la justicia capturaba al pobre hombre antes que la turba, podía ser hasta que esta asaltara la cárcel para sacarlo de allí y asesinarlo.
Fíjense en lo que pone la imagen de arriba. Entre 1918 y 1921 fueron quemadas 28 personas. Se llama en ese cartel a la responsabilidad de la población porque los crímenes que suponían esos linchamientos y asesinatos solían quedar sin castigo.
A estas ejecuciones asistía mucha gente, incluidos niños, atraídos por el cruel y morboso espectáculo. Igual que iban en el medievo a los autos de fe. Lo más sorprendente es que de estos momentos se hacían recuerdos, como las fotos que hoy tomamos cuando visitamos cualquier lugar.
Hay muchas muestras de estos recordatorios macabros en forma de fotos y postales. James Allen, un norteamericano, los ha estado recopilando durante décadas y en su web se pueden ver muchas de ellas. También hay un libro hecho a partir de ese trabajo de Allen. Son un duro recordatorio. Hay hombres ahorcados en distintos lugares, muchas veces con públicos no sólo mirando, sino posando para la foto. Incluso ahorcamientos múltiples. Terrible. Les advierto que las imágenes no son agradables, si deciden visitar la web.
Los fotógrafos hacían un buen negocio con aquellas fotos ya que se vendían bien
Pero no acaba ahí lo terrible del tema. Esas fotos se solían hacer por parte de un fotógrafo, para venderlas. Y era un buen negocio. Las fotos eran compradas por los mismos que posaban junto al muerto, y por muchos más. Hasta se hacían tarjetas postales con ellas y se enviaban por correo. Con su hueco marcado para el sello y todo. Recuerden que las tarjetas postales se envían sin sobre, por lo que todo el mundo puede ver la foto de la cara ilustrada. Es algo que cuesta creer, pero así era. La gente se ufanaba de posar junto a un hombre al que acaban de ahorcar sin juicio y sin garantía alguna en el proceso.
Afortunadamente el propio servicio postal de Estados Unidos se acabó dando cuenta de lo asqueroso que era aquello y en 1908 se prohibieron estas postales. El servicio postal se negó a enviarlas y a entregarlas. Por supuesto, me temo que esto no hizo que desaparecieran, sino tan sólo que no se enviaran por correo como tarjetas postales, fuera de un sobre, por tanto. Hasta bien avanzado el siglo XX este tipo de cosas no pararon, recuerden.
La historia de la humanidad está llena de episodios terribles y que nos deberían avergonzar como personas. La esclavitud y el racismo generalizado son, sin duda, uno de los episodios más terribles de esa historia. Porque han estado ahí desde siempre y porque siguen estando. Por la cantidad de vidas que ha consumido y por lo injusticia que supone.
Por cierto, hace muchos años hablamos del origen de la palabra linchar, por si les interesa.
Por lo menos la mitad (si no más) de los linchamientos y ejecuciones que aparecen en la web citada corresponden a ciudadanos blancos. A ver si va a ser que más que racismo era un problema de nulo respeto por los derechos humanos y de las garantías judiciales que eran comunes en aquellos tiempos.
Hola:
Es seguro que no se respetaban los derechos y no he hecho una revisión exhaustiva de las fotos, que por otra parte tampoco tienen la mejor calidad en muchas ocasiones. Pero según lo que pone en el documento de Joe Lockard que enlazo:
«Las víctimas de los linchamientos incluían blancos, hispanos, indios nativos y asiáticos, pero la inmensa mayoría eran afroamericanos».
Gracias por comentar :)