El 31 de enero de 1971 se lanzó el Apolo 14, la octava misión tripulada del programa Apolo y la tercera en alunizar. A bordo iban tres astronautas y dos de ellos forman parte de la corta lista de hombres que han pisado la luna. Sus nombres eran Alan Shepard y Edgard Mitchell. Shepard, además, no sólo puso el pie en el satélite, sino que fue el primer hombre que jugó al golf en la Luna. El tercero de los tripulants, Stuart Roosa, había formado parte del Servicio Forestal de Estados Unidos (USFS) y a él le debemos los árboles lunares que vinieron con el Apolo 14.
Los árboles lunares que vinieron con el Apolo 14 se deben a que Roosa se llevó algunos cientos de semillas al espacio
Cuando Roosa fue elegido para formar parte de la misión Apolo 14, el jefe del Servicio Forestal lo contactó y le propuso llevar semillas al espacio. Roosa había servido como bombero paracaidista en el USFS, cuyo trabajo era saltar en zonas de muy difícil acceso y actuar. El objetivo de llevar semillas al espacio no era plantarlas en la Luna, obviamente, sino traerlas de vuelta y plantarlas en el único planeta en el que sabemos con certeza (creo) que hay plantas. En realidad, no se trataba de ningún experimento formal, sino que era casi un proyecto personal de Roosa.
Se seleccionaron semillas de 5 tipos de árboles y se clasificaron y prepararon concienzudamente. De todas las seleccionadas, se dejaron en la Tierra unas pocas, para que sirvieran como grupo de control y tener con qué comparar en cualquier investigación. Las semillas en cuestión fueron ciertos tipos de pino, plátano, liquidámbar, secuoya y abeto.
Estamos hablando de que unos dos millares de semillas según la NASA, aunque en otros lugares he leído que fueron unas 500. Sean las que fueren, acompañaron a Roosa en su vuelo al espacio y alrededor de la Luna. Las semillas formaban parte de su equipamiento personal y, por lo tanto, dado que Roosa no bajó a la superficie lunar, tampoco lo hicieron las semillas.
Hay ejemplares de árboles lunares en Estados Unidos, pero también en Francia, Italia, Suiza, Brasil y Japón
Al volver a la Tierra y con el paso del tiempo, muchas de las semillas lunares se plantaron en distintos lugares. Se repartieron con generosidad y despreocupación, según parece, entre distintas entidades. En no pocos casos germinaron y prosperaron. Así, hoy hay unos cuantos árboles que vienen de aquella bolsa que Roosa llevó consigo al espacio. Es más, no de todos estos árboles se tiene registro y rastro, así que quién sabe cuánta gente habrá estado a la sobra de un árbol lunar sin saberlo.
Lo cierto es que no se han preocupado mucho, en términos generales, por el destino de las semillas. De todas, formas, si hay unos 60 árboles que se sabe que provienen de ellas. La mayoría están en Estados Unidos, pero hay algunos por Europa. Uno en Francia, en Suiza, en Italia y en Rusia. También en Japón y Brasil tienen sus ejemplares. Supongo que incluso podríamos hablar de que habrá árboles lunares de segunda generación, pero a saber dónde.