Les decía hace unos días, en la entrada con 25 recomendaciones de libros para la Navidad de 2020, que tenía intención de leer el libro de Delibes Un año de mi vida. Es muy interesante esta obra por diferentes motivos: habla de literatura, escribe Delibes, es una sonda a la sociedad de entonces, a la vida de un escritor… En una nota, concretamente en la del 7 de mayo de 1971, Miguel Delibes se preguntaba, ¿tiene futuro la fiesta nacional? En realidad él no incluyó la palabra nacional.
¿Por qué no tiene futuro la fiesta nacional desde hace medio siglo?
Al leerlo me llamó la atención que hace 50 años ya hubiera algunos, y no uno cualquiera, hablando en España de que la tauromaquia estaba de capa caída. Hoy, seguimos igual, pero ahí sigue el mundo del toro. Algo parecido, tengo la sensación, ocurre con el teatro. Siempre está yendo a menos y en crisis, pero siempre hay actores, éxitos y obras estrenándose.
Les dejo íntegro el texto de la entrada en el diario de ese 7 de mayo de 1971. Ahí Delibes llamaba la atención sobre la falta de jóvenes interesados en una conferencia sobre la fiesta nacional. Supongo que si no hubiera esa sensación de falta de interés en el ambiente de entonces, Delibes no hubiera acabado su nota como la acabó.
Si fuera algo insólito, Delibes no se habría hecho la pregunta sobre los jóvenes y el futuro de los toros
La nota es la siguiente:
7 de mayo. Alfonso Navalón, crítico taurino de Informaciones, disertó en la Sala de Cultura del periódico [El Norte de Castilla] en torno a las corruptelas que asfixian la llamada fiesta nacional, acto con el que cerramos el presente curso. Navalón, que físicamente tiene un aire muy torero, ciñó diestramente el tema y, al final, respondió (en coloquio vivísimo) al aluvión de preguntas que se le vino encima. Satisfizo su charla y gustó su honradez. A mí, que no me agrada la fiesta, me entusiasma, en cambio, la jerga taurina (cornigacho, burriciego, perritoro, «con la izquierda se le vacía y con la derecha se le mata…», etc.), por lo que gocé mucho en un acto que se diría hecho a mi medida: toros sin puyas, espadas, ni sangre. Al final, los asistentes tomaron postura y se enzarzaron en discusiones amistosas pero de muy elevada temperatura. Síntoma a considerar: en la sala no vi más que a un muchacho de menos de veinticinco años. ¿Tiene futuro la fiesta?
Las negritas son mías, no estaban en el texto original. Son para resaltar el motivo por el que Delibes veía nubarrones en el futuro taurino: los jóvenes no parecían interesados en ella. Hoy, medio siglo después, no es raro leer o escuchar ese mismo comentario.
Por cierto, la imagen del comienzo es un cuadro de 1909 del artista francés Bernard Sandoz, y se titula Mosaik. Acabo de descubrirla y me parece perfecta para ilustrar esta entrada.