La endogamia en los matrimonios reales

La endogamia en los matrimonios reales

Durante siglos se han concertado matrimonios entre las casas reales y aristocráticas europeas, como parte de la diplomacia entre los estados y países. Un matrimonio era una alianza importante y con ello se sellaban incluso acuerdos de paz. No era extraño que niños se casaran o que las diferencias de edad fueran enormes y que los lazos familiares pasaran a un segundo plano. Esto hizo que la endogamia en los matrimonios reales fuera sorprendente y que se dieran relaciones que, a nuestros ojos, son abracadabrantes.

Eso sí, no había suficiente sangre azul para tanto matrimonio y, al final, casas como la de los Austria lo acabaron pagando. Ya saben, parece que la consanguineidad fue la cruz que obró las desgracias en Carlos II de España, que murió en 1700 sin descendencia. Aquello hizo que los Habsburgo dejaran el trono español, que con el paso del tiempo llegó a la casa Borbón, donde hoy sigue.

Manuel I de Portugal heredó el trono de su sobrino, que también era su cuñado

Para ilustrar este tema de las relaciones endogámicas y los matrimonios concertados, vamos a exponer el caso de Manuel I de Portugal, que quizás sea uno de los más exagerados. Apodado el Afortunado, nació en 1469 y en 1495 llegó al trono, a pesar de ser un octavo hijo. Su predecesor era su primo, Juan II, que también era su cuñado, por estar casado con una hermana de Manuel, Leonor. Aquí ya hay un poco de lío, pero esto no es nada.

El apodo de el Afortunado le llegó por los grandes logros de su país durante su reinado, por cierto. En cuanto a sus matrimonios, Manuel I de Portugal se casó en septiembre de 1497 con Isabel de Aragón, la hija mayor de los Reyes Católicos. La dama, venía de ser viuda de Alfonso de Portugal, hijo del Juan II al que sucedió Manuel I en el trono luso y por lo tanto sobrina política de este, ya que como hemos dicho Juan y Manuel eran cuñados.

Es decir, Isabel de Aragón se casó con Manuel I de Portugal, cuando era su sobrina política. La cosa no llegó muy lejos porque en su primer parto la reina de Portugal murió al dar a luz. Manuel I quedaba así viudo de su mujer y sobrina.

Viudo de su primer matrimonio, con su sobrina, se casó con su cuñada, hermana de la fallecida

El hijo que había nacido, Miguel de la Paz, no vivió mucho, y el rey de Portugal se quedó entonces sin mujer y sin descendencia. No podía ser una cosa así y, además, había que reforzar los lazos entre los reinos ibéricos. Por lo tanto, en el año 1500 Manuel I se casó con la que era su cuñada, la hermana de su anterior esposa Isabel y que era la cuarta hija de los Reyes Católicos. Esta reina sí que le dio al portugués unos cuántos hijos, hasta 10, aunque como era habitual entonces, no todos llegaron a ser adultos.

La reina, esposa y cuñada del rey, murió en 1517. Esto dejaba a a su marido y al trono de Portugal de nuevo sin enlace, aunque ya estaba resuelto el tema de la descendencia. Pero, de nuevo, un matrimonio acordado venía muy bien para estrechar lazos. Y así fue como llegó el tercer matrimonio de Manuel I de Portugal, con una dama que algo tenía que ver con las anteriores. Las dos esposas previas eran hijas de los Reyes Católicos. La tercera mujer, Leonor de Austria, era ya nieta de los Reyes Católicas, al ser la primogénita de Felipe el Hermoso y Juana la Loca.

La endogamia en los matrimonios reales la vemos hoy como extraña, pero era común en la época

Leonor de Austria había nacido en 1498 y se casó con Manuel I de Portugal en 1518. Entonces ella tenía 20 años y él andaba por el medio siglo. Pero esto no es lo más raro, sino que Leonor, hermana de Carlos V, era sobrina de las dos anteriores esposas de su marido. Es decir, Manuel se había casado primero con su sobrina, luego con su cuñada y ahora se casaba de nuevo con una sobrina, política. La endogamia en los matrimonios reales está provocada porque había escasez de personas para tanto matrimonio entre casas de alto rango.

De este matrimonio nacieron dos criaturas. Una vivió menos de dos años, pero María, la segunda, llegó hasta 56 años. Ser viudo tres veces parece mala suerte para un tipo apodado el Afortunado. Pero piensen que Felipe II se casó cuatro veces y estuvo más años viudo que casado. Ojo, digo viudo, no soltero. Por cierto, Felipe II fue sobrino de Manuel I de Portugal por que

Como ven, todo un jaleo familiar, que podríamos seguir extiendo porque este árbol genealógico no es tal, es una enredadera irresoluble, casi. Eso sí, las comidas familiares debían ser muy entretenidas.

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