Chistes de la Roma antigua o, humor clásico

Chistes de la Roma antigua o, humor clásico

Hace unos días vi en algún sitio, lamento no recordarlo, una viñeta en la que Dios dibujaba dos círculos que tenían una parte común, es decir, había una intersección entre ambos. Dios decía: aquí tenemos dos círculos, el bien y el mal. Había un hombre al lado que le preguntaba qué pasaba con la intersección, con esa zona que tanto pertenecía al círculo de lo bueno como al círculo de lo malo. Y Dios le contestaba: eso es el humor.

Me parece una buena viñeta y creo que el humor, aunque haya cambiado con el tiempo, ha estado presente en el ser humano desde que este es tal, y precisamente es una de las cosas que nos hace humanos. Como decía, el humor cambia con el tiempo, pero curiosamente he leído no hace mucho un chiste en el libro de Néstor F. Marqués que ya les recomendé, Un año en la antigua Roma, que me hizo gracia.

Cuenta Marqués que en las saturnalia, una fiesta romana que se celebraba en diciembre, el humor era parte fundamental. Bromas y chistes eran comunes y muchos de ellos los protagonizaban borrachos, glotones y hombres con mal aliento. Por otra parte, igual que nosotros en España tenemos los chistes del Lepe, los romanos tenían su localidad: la ciudad griega de Abdera. Según parece, a los romanos también les gustaban los chistes de intelectuales lógicos, scholastikos, de manera especial.

El chiste que me hizo gracia en el libro de Néstor Marqués fue:

Un intelectual [scholastikos], un calvo y un barbero viajaban juntos y, como tenían que pasar la noche en un lugar apartado, decidieron que cada uno de ellos estaría despierto cuatro horas durante la noche para proteger el equipaje. El barbero fue el primero en hacer guardia y para distraerse se dedicó a afeitarle la cabeza al intelectual mientras este dormía. Cuando acabó su guardia, el barbero despertó al intelectual. Este, se pasó la mano por la cabeza y al encontrarla lisa y sin pelo dijo: ¡Qué idiota es este barbero, ha despertado al calvo en lugar de a mí!

El chiste está recogido en El amante de la risa, una obra romana que ha llegado hasta nuestros días y que contiene más de 260 chistes. Como decía, quizás no les haga gracia, pero a mí me gusta este chiste.
Pero hay más chistes en esa obra de hace siglos que merecen la pena:

El peluquero pregunta: “¿Cómo quiere que le corte el pelo?”. Y el cliente contesta: “En silencio”.

Un abderita ve a un eunuco hablando con una mujer y le pregunta si es su esposa. El hombre le responde que es un eunuco y que no puede casarse. “Ah, entonces es tu hija”, le dice.

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