¿Es el Papa infalible? Puede serlo, pero sólo lo ha sido una vez

¿Es el Papa infalible? Puede serlo, pero sólo lo ha sido una vez

Es recurrente escuchar, a menudo como excusa, aquello de que todos cometemos errores y que nadie es infalible. Frente a esto, el Concilio Vaticano Primero determinó, en julio de 1870, que algunos dogmas papales eran infalibles ya que el Papa en cuestión los emitía inspirado por el Espíritu Santo. No quiere esto decir que el Papa sea infalible, es más, es un pecador y por lo tanto puede equivocarse, por ser un humano mortal, pero cuando el Espíritu Santo anda por medio, todo cambia. Y esto sólo ocurre cuando se trata de un dogma de fe o de algo de esa importancia. Esto sólo ha ocurrido una vez desde ese 1870, como veremos.

Muchas normas o leyes de la Iglesia, incluso aquellas que vertebran la guía de comportamiento y pensamiento que deben seguir los católicos, no son tan importantes como para ser consideradas infalibles. Y si no son infalibles, quiere decir que cuando se formularon, quizás, el Papa responsable de las mismas estaba equivocado. Para que una declaración del Papa sea infalible, este debe hablar ex cathedra, lo que viene a significar que debe ser emitida esa declaración mientras actúa explícitamente como máximo responsable de la Iglesia. Si lo hace a título personal o sin ese rigor de actuar como representante de Dios en la tierra, no estaríamos hablando de infalibilidad.

Siguiendo con los requerimientos de infalibilidad, la norma que se esté dictando debe aplicar a toda la cristiandad sin excepción y el Papa tiene que pronunciar la declaración en cuestión diciendo explícitamente que está tratando un tema de doctrina de fe y que pronuncia así lo que serán las últimas palabras sobre el tema. Esto es lógico, si está siendo infalible al afirmar algo, no tiene sentido el poder enmendar más tarde eso mismo, ya que entonces no sería infalible. En cambio, una declaración infalible sí puede cambiar o anular cualquier afirmación anterior, siempre que esta no sea infalible a su vez.

Hay una cosa más en toda esta serie de condicionantes de la infalibilidad papal. El Papa no puede usar ese privilegio de ser infalible que le concede el Espíritu Santo, para mostrarse de acuerdo con algo que otro dijo en el pasado, asegurando ahora que aquello que se proclamó era infalible. Es un poco trabalenguas todo esto, pero precisamente por eso es divertido.

Así, desde 1870, cuando el Papa quiere establecer algo como infalible, sabe lo que tiene que hacer y por lo tanto es muy explícito todo el proceso que convierte a una declaración o afirmación papal en infalible. En todos estos años, casi siglo y medio, tan sólo una vez el Papa se ha declarado como infalible al proclamar algo. Fue Pío XII, que en 1950 declaró el dogma de la Asunción de la Virgen María, es decir, afirmó que la Virgen María ascendió a los cielos en cuerpo y alma tras su muerte.

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