(Mark Twain con uno de sus gatos) |
Dentro de unos días se celebra el día del libro, el 23 de abril, y sirva eso de excusa para rendir homenaje una vez más a los escritores, en esta ocasión hablando de algunas de las mascotas que tuvieron algunos de ellos.
Comencemos por una obra maestra: la mosca de Virgilio. Hace algo más de un año ya les conté que el autor de La Eneida tuvo una mosca como mascota, que enterró en sus tierras tras un suntuoso funeral y que además le sirvió para evitar la voracidad infinita del fisco.
Gerárd de Nerval, poeta francés del siglo XIX, no queda muy lejos de Virgilio en lo que a mascotas raras se refiere. Tenía una langosta por compañera y no se conformaba con llamarla Tenacitas, como hizo Homer Simpson, y quererla, sino que la sacaba de paseo por las calles de París. Según él, eran criaturas pacíficas y serias, que conocen los secretos del mar y además no ladran. Dicho todo esto, hay que ser fieles a la verdad y contar también que Nerval pasó largas temporadas en hospitales psiquiátricos porque parecía algo loco.
Tras estos ejemplos excéntricos, vamos con algo más popular y habitual: los perros. Elisabeth Barret Browning tuvo un cocker spaniel llamado Flush que llegó a inspirar poemas a su dueña. Este perro protagonizó su propia biografía, escrita por Virginia Woolf en 1933. Pocos animales pueden contar con semejante curriculum literario. También merece una mención el amor de Lord Byron por los perros.
Ernest Hemingway era más amigo de los gatos que de los perros. Se dice que en algún momento estuvo rodeado de más de treinta gatos a los que puso nombre peculiares. Mark Twain también fue amigo de los mininos y tuvo varios con nombres tan impactantes como Belcebú, Pecado, Satanás o Zoroastro. Supongo que estaba clara para él la conexión entre los gatos y el diablo.
Pero T.S. Elliot gana a estos últimos en su mundo gatuno. Escribió un libro entero lleno de poemas en torno a los felinos, que acabó inspirando el famoso musical Cats.
Por último les dejo un enlace a un tablón de pinterest donde aparecen un buen número de escritores con sus mascotas, de donde por cierto, he tomado la imagen que acompaña la entrada.
Fuente: Vidas secretas de grandes escritores, de Robert Schnakenberg
Buen artículo, pero faltan los gatos de Monsiváis
Sí, son todos los que están pero no están todos los que son. Quizás sea la primera entrada de una serie :)
Gracias por comentar.
¿Y Nerval también terminó comiéndose a su langosta bañado en lágrimas?
Venía a escribir sobre lo mismo, mítico momento de la serie, "snif, snif, pobre tenacitas… ñam, ñam"
Sería lo más lógico, como bien demostró Homer, pero como estaba algo loco quizás no lo hizo. Eso sí, como Homer, sin compartir con nadie :)
Gracias Zum por comentar :)
Majobusa, Los Simpsons son una fuente inagotable de sabiduría :)
En realidad, Baudelaire también iba paseando una gamba atada de una cuerda por las calles de París, como si de un perro se tratase
Gracias por comentar :)