Hay una frase que se utiliza mucho en las partidas de cartas, al menos en las partidas de mus que yo juego de vez en cuando: “Nadar y nadar para ahogarse en la orilla”. Este dicho se puede aplicar perfectamente a nuestro protagonista de hoy, Urbano II.
Urbano II fue el Papa 159º de la Iglesia católica y lo fue durante once años, entre 1088 y 1099. Su aspecto más famoso y por el que es uno de los papas más recordados es el llamamiento de los cristianos para conquistar los Santos Lugares. Es decir, predicó la Primera Cruzada. La idea había surgido en 1095 en el Concilio de Piacenza pero tuvo su punto de ignición en noviembre de aquel año en el Concilio de Clermont. Allí el Papa pronunció un discurso inspirador y puso la cruzada en marcha. Aquel día muchos gritaron el “¡Dios lo quiere!” en respuesta a sus palabras, convirtiéndolo en el lema de aquella empresa.
Después de varios años de luchas, de asedios, de pactos, de traiciones, de muertes, de epidemias, de sed, de hambre, de apariciones, de reliquias, de conquistas… los cruzados, en 1099, conquistaron Jerusalén, con lo que se dio por finalizada aquella Primera Cruzada. Fue el 15 de julio cuando los cristianos entraron, por fin, en la Ciudad Santa.
En aquel tiempo las noticias únicamente corrían, no volaban, como en la actualidad. El viaje de una noticia desde Tierra Santa hasta Europa occidental llevaba su tiempo. Tal es así que el gran valedor de la idea, el Papa Urbano II, no llegó a conocer el triunfo de la empresa. Murió el 29 de julio de 1099 y después de años de penurias, de más penas que alegrías, el momento cumbre, la toma de Jerusalén, no fue conocida por el Papa por morir dos semanas después del hecho. Si hubiera vivido algunos días más se habría enterado del hecho y, seguramente, hubiera muerto con más satisfacción de su labor por la Iglesia.
Pobre hombre, si en vez de tánto empeño en tanta Guerra Santa,hubiera dado más luz al conocimiento,quizás se hubiera enterado antes de morir,¿O ahí estaba la gracia?
Pues no sé yo si eso estaba en su mano, incluso siendo Papa.
De todos modos, como decía, remar y remar para ahogarse en la orilla.
Saludos.
Sea como sea la guerra solo trae muerte, nada justifica una guerra , aunque inventen que es la voluntad de Dios. De hecho Mahoma hablaba con el Arcángel Gabriel.
Sea como sea la guerra solo trae muerte, nada justifica una guerra , aunque inventen que es la voluntad de Dios. De hecho Mahoma hablaba con el Arcángel Gabriel.