El estado soy yo

Luis XIVNo me voy a entretener en explicarles el temible egocentrismo de muchos políticos, reyes y demás pájaros de este estilo a lo largo de la historia. Algunos lo dejan bien claro, siendo dictadores que siembran el país que atemorizan de estatuas en su propio honor. Otros lo llevan al extremo y se autodefinen como absolutistas, dejando claro de antemano que primero son ellos, luego ellos y finalmente, lo que ellos quieran. Y no nos olvidemos de los políticos actuales, con otra piel pero con el mismo corazón en muchos casos. Están tan encantados de conocerse que la autocrítica y el sentido común desaparecen de su patrón mental.

En este jardín hay una flor que destaca: Luis XIV, rey de Francia. Cuando tenía tan solo tres años falleció su padre, Luis XIII. En sus últimos momentos, el moribundo monarca hizo traer a su hijo al lecho en el que esperaba su hora y como ya estaba con un pie, y casi toda la pierna, en el otro mundo, no recordaba su nombre. Le preguntó: “¿Cómo te llamas?”. El niño, con sólo tres años, contestó: “Luis XIV, papa”. No me digan que lo de este hombre no era vocacional, ya con tres años sabía su nombre en la corte.

Pasado el tiempo, siendo ya un rey hecho y derecho, estaba haciendo lo que hacían los reyes hace siglos como principal actividad: cazar. Bueno, para ser sincero, creo que aún los reyes siguen dedicando cierto tiempo a esta “dura tarea”. Y estando Luis XIV por Vincennes de caza, se enteró que el Parlamento de París se había opuesto a una norma dictada por él mismo. Estaba en su derecho aquel Parlamento, pero el rey no se lo tomó bien cuando se enteró.

Viajó hasta París de inmediato y, aún vestido de cazador, le dijo al presidente de la Cámara que tenían completamente prohibido examinar y discutir las normas por él dictadas. El presidente tiró de formalismos y le comentó a su majestad que el Parlamento discutía los edictos reales en la búsqueda del bien del Estado. El rey atajó aquellas ideas en un momento con la famosa frase: “El Estado soy yo”.

Esta sentencia es muy célebre y estoy convencido que se puede utilizar para muchos de los gobernantes actuales que siguen pensando como Luis XIV, que ellos son el Estado y que están por encima de todo. Y no sólo eso, sino que sus mentes privilegiadas están por delante de todos nosotros. Triste error, me temo.

9 comentarios en “El estado soy yo”

  1. Toda la vida tuve la impresión de que los monarcas y las personas de ese estilo siempre fueron (no todos, pero sí una buena parte) personas psicóticamente infantiles y poco interesantes de conocer por sí mismas, si no fuera por el papel accidental que jugaron.
    Yo daría un montón conocer a muchos científicos, filósofos y humanistas… pero daría un montón por NO tener que conocer a "mini-dioses" insoportables de ese estilo.

  2. La verdad es que coincido contigo en algo que no escribes, pero que "flota en el ambiente" del post: tu anti-monarquismo (no me equivoco, verdad?)

    Mi opinión es que, hoy en día, en nuestro país, superada la "transición" hace muchos, muchos años, la figura de máximo representante del estado debería estar ocupada por quien "democráticamente" eligiera el pueblo, y por no un individuo, cuyos únicos méritos se reducen a ser el primogénito varón con el apellido "correcto"…

    Personalmente creo (deseo) que Felipe morirá siendo rey en el exilio… Pero sin sangre, eh? Que ya hay mucha derramada… Convenciendo con razones…

    Espero no haber ofendido a nadie con el comentario. Sólo es una opinión, tan válida como la opuesta… Un (respetuoso) saludo!!!

  3. Trecce, sin duda hay cosas que no cambian, salvo para empeorar.

    Albareto, gracias por el apunte. Conozco y sigo ese blog, y lo recomiendo sin duda alguna. De todas formas, como tantas otras veces, las cosas no están claras pero la tradición y la creencia popular justifican el uso de la frase.

    .:Dani, no lo conocía, pero sí, es parecido.

    Napoleón, celebro que te guste el blog. Muy cierto lo que dices.

    Ras, supongo que habrá de todo, como en todos los sitios.

    Suso, yo más bien soy escéptico e irónico. Para ser sincero, no tengo del todo clara mi postura sobre la monarquía. Comparto al milímetro tu opinión sobre el tema de que alguien sea algo por nacer con un apellido. Pero ya no me atrevo a evaluar si su papel, en este caso en España, es bueno o malo.

    Saludos.

  4. El Rey Sol edificó todos los palacios y parques bajo esa consigna absolutista de que era un dios en la tierra, con obras tan grandiosas como Versalles.

    Un ejército de hombres niveló las tierras, construyó lagos, fuentes, estanques, ríos artificiales para formar los parques reales. Se trasplantaron bosques enteros para amueblar los jardines que era una maniobra militar en la que participaba el ejército, además de todo un conjunto de plantas servidas por viveros de toda la nación y Europa, ya que en los parterres no podía haber ni una sola flor marchita.
    Todas estas prácticas eran para Luis XIV una demostración de poder absolutista que querían transmitir que era capaz de doblegar a la Naturaleza libre y salvaje gracias a sus medios humanos y técnicos, y él mismo se identifica con el dios griego Apolo, asociado con el Sol, como demuestra en el programa iconográfico de las estatuas de sus parques. Esta misma mentalidad de sometimiento a su figura se dio en todos los capítulos su reinado, arte, numismática, orfebrería, urbanismo…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.