Esta curistoria es sin duda muy apropiada para estos días de calor canicular que se unen por noches en las que el mercurio rebosa de los termómetros para golpear en el suelo, gota a gota, y no dejarnos dormir. Pero la historia nos da una receta para combatir estos calores que yo aquí les transmito, pero sobre la que tengo ciertas reticencias. En cualquier caso, igual les viene conocer el chascarrillo para contárselo a los amiguetes delante de una cañita en una buena terraza. Gloria divina esto último. Bueno, al lío.
Corría el inicio de la década de 1930 cuando hubo una pequeña rebelión en Sevilla, de aquellas que ya denotaban que algo gordo estaba por venir y que enfrentaron a los españoles, con mayor o menor virulencia, hasta desembocar en el conflicto abierto que fue la brutal Guerra Civil Española. Decía una frase por aquel entonces algo así como que los españoles siempre andábamos detrás de los curas, unas veces en procesión y otras veces para darles unos palos. Algo así era la frase, hablo de memoria. Como respuesta al intento de golpe de estado de Sanjurjo el pueblo sevillano se echó a la calle.
La enfurecida masa atacó edificios públicos y privados, y haciendo honor a la cita que antes les referenciaba sobre la relación de los españoles con el clero, también atacaron algunos edificios religiosos. Un hospital atendido por unas monjas fue uno de los afectados. Una monja narraba el hecho a un médico explicándole alterada e indignada que habían entrado en el edificio, habían gritado durante un rato y se habían marchado después de pintar en una pared: “¡Viva Rusia!”. La monja estaba indignada.
El médico, escuchando el relato y viendo el alcance del altercado, se lo tomó con cierto buen humor y le contestó: “¿Y qué quería usted, hermana, que escribieran en el mes de agosto en Sevilla con el calor que hace?”. Es posible que el médico aquel fuera comunista, no lo niego, pero también es posible que pensara que por muy mal que estuvieran las cosas en Moscú, se estaría más fresquito que en Sevilla.
Pues ya saben ustedes, no pongan el aire acondicionado, que ahorrarán energía y dinero y llenen su casa de pintadas con “¡Viva Rusia!”, “¡Ole el Polo Norte!” o “¡Qué bonito es Ávila en enero!”.
Foto: bredgur
Más información: Las anécdotas de la política de Luis Carandell
Jajajajaja, no creo que lo intente por el momento, acabamos de pinar las paredes 😀
xDD Que cachondo el medico. Pos nada, que vivan los pinguinos del Antartico, que majos ellos!
Gracias por esos comentarios 🙂