En un momento de la historia de España, allá por los años finales del siglo XIX, la corona española recayó en Amadeo de Saboya, que reinó como Amadeo I. Los problemas para encontrar un monarca apropiado que ocupara el lugar dejado por la derrocada Isabel II, llevaron a los políticos españoles a buscar por Europa y finalmente “fichar para el puesto” a Amadeo de Saboya, duque de Aosta.
Podemos hacernos una idea de lo complicado que debe ser para un rey no ser del país que reina y no conocer sus costumbres, personas y lugares. Por lo tanto, y teniendo esto en cuenta ustedes tendrán que valorar si es permisible el siguiente desliz, a tenor de los nombres involucrados.
Al poco de llegar a Madrid el nuevo rey, y con el objetivo de ir conociendo la ciudad, paseó en carroza acompañado por un asistente que le iba informando de personas y lugares. Al pasar cerca de la casa de Cervantes el guía hizo referencia a la misma. El rey Amadeo, ni corto ni perezoso, pero con toda la altivez que proporciona el estar en la cumbre social comentó: “Aunque no haya venido a verme, iré pronto a saludarlo”.
¡Qué magnánimo! Cervantes no había ido aún a rendir pleitesía al nuevo rey en el tiempo que este llevaba en Madrid, pero el monarca no le guardaba rencor y le saludaría de cualquier modo. Supongo que el hecho de que Cervantes llevará casi tres siglos muerto no era óbice para pasarse a besar la mano de su rey.
Bien por el Amadeo, el Cervantes ese siempre se lo ha tenido muy creidito… baste recordar su gusto por firmar «Cerbantes» cuando le salía de los… ejem… cuando le apetecía.
jajajaaj
exelente anecdota
asi es el humano cuando lo invade el poder y la ignorancia
condor
Realmente es un detalle, pero Amadeo debía andar un poco perdido en todos los temas, más en el literario.
Saludos.