Herbert von Karajan es uno de los directores de orquesta más conocidos del siglo pasado. Nacido en 1908, murió en 1989 después de enormes reconocimientos y éxitos en el mundo de la música clásica. Durante 35 años dirigió la Orquesta Filarmónica de Berlín y sus grabaciones se han vendido muy bien. Pero también tuvo un pasado oscuro en el nazismo, a pesar de que falló dirigiendo a Wagner ante Hitler y este se enfadó.
Austriaco de nacimiento, el director se afilió al partido nazi relativamente pronto, en 1935, y eso benefició su carrera. Como otros muchos, ocupó los huecos que iban dejando los músicos judíos a los que el nazismo apartaba o censuraba, y su posición en el partido le ayudó a prosperar y obtener buenas posiciones. Durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial dirigió en los mejores lugares de Alemania música de Beethoven, Mozart y, por supuesto, Wagner. Los jerarcas lo admiraban y aplaudían. Y todo esto a pesar de que tuvo un encontronazo grave con Hitler.
Karajan falló dirigiendo a Wagner ante Hitler y este lo vetó en el festival de Bayreuth, que no es lo peor que te podía hacer si lo hacías enfadar
Hitler era muy aficionado a la música, y se sabe de su enorme colección se discos y de su devoción por algunos compositores. Seguro que ya conocen la frase Woody Allen: No puedo escuchar tanto a Wagner, me dan ganas de conquistar Polonia. Pues eso. O, parafraseando al gran José Luis Cuerda: es que no sabe usted que en el nazismo era verdadera devoción lo que había por Wagner.
En junio de 1939, tan sólo tres meses antes de que comenzase la guerra, Hitler invitó a los reyes de Yugoslavia a un concierto dentro del festival de Bayreuth. Este festival se celebra anualmente desde 1876, con algún parón por causas mayores, y está dedicado a la representación de las obras de Wagner. El director de aquel día de 1939 era Karajan y la obra que se interpretaba Los maestros cantores de Núremberg, una ópera compuesta por Richard Wagner en 1868.
Karajan no tenía consigo las partituras de la obra cuando se puso a dirigir. Se dice que fue por autoconfianza, para lucirse. Me gustaría pensar que fue por descuido y no se atrevió a reconocerlo, tendría más sentido. Conducir esa obra sin partitura sería un logro magnífico, porque demostraría un conocimiento milimétrico de ella. Y son 4 horas y media de ópera. Pero al pobre no le salió la jugada como quería, sino más bien al contrario.
Karajan volvió a Bayreuth en la primera edición tras la muerte de Hitler, para dirigir la misma obra
En un momento del concierto, Karajan se perdió y eso generó un enorme desconcierto entre los intérpretes. Tan grande que pararon de cantar y de tocar. Además, una cortina se rompió en el peor momento. La situación devino en un caos sobre el escenario y Hitler se enfadó muchísimo. No sólo por aquel desastre, que ya era bastante, sino porque Karajan había estropeado una obra de Wagner. Nada menos.
Junto a Hitler aquella noche de verano estaba Winifed Wagner, que era la nuera de Richard Wagner y la organizadora del festival, y el líder nazi le comentó: El señor von Karajan no volverá a dirigir en Bayreuth mientras yo viva.
La palabra de Hitler se cumplió y Karajan no volvió a Bayreuth mientras él vivió. Cuando en 1951 se retomó el festival después del parón de varios años provocado por la Segunda Guerra Mundial, el director del primer concierto fue Furtwängler, después de superar un proceso de limpieza por su pasado nazi. Su batuta guio la Novena Sinfonía de Beethoven. Karajan también se puso al frente de la orquesta aquel año en Bayreuth, precisamente para conducir Los maestros cantores de Núremberg, supongo que esta vez con partitura. Al año siguiente volvería al festival para enfrentarse a Tristán e Isolda. En 1957 volvió a conducir sin partituras la misma ópera de Wagner que había salido mal en presencia de Hitler. Esta vez con éxito.
Gustavo Dudamel suele dirigir sin partitura. Así lo ha hecho incluso con la Filarmónica de Berlín y la Filarmónica de Los Ángeles, como lo hizo en Madrid con la compleja Novena Sinfonía de Mahler.
Gracias, José Gregorio, por el dato. En mi opinión, es asombroso tener toda la partitura en la cabeza, aunque supongo que de tanto trabajar una obra, es normal.
A mi siempre me ha parecido prodigiosa la memoria de los músicos. Son capaces de memorizar miles de notas seguidas de cualquier obra. No siempre tocan con partitura.
Me sumo a esa admiración. Tiene sus trucos, supongo, porque hay grupos de notas que se repiten y cosas así, pero a mí me parece asombroso también.
Un saludo.
En realidad, esas hazañas de memoria están al alcance de algunas y algunos en cualquier área de la actividad humana. Hace más de 50 años, trabajando en un banco comercial, conocí a un funcionario que sabía de memoria el nombre y número de todos los cuentahabientes del banco, más de 40 mil; tras veinte años trabajando en el área operativa y de créditos. También había otros que debían conformar decenas de miles de cheques en apenas dos horas, cada día, y conocían de memoria todas las firmas de todas las cuentas corrientes, unas cien mil firmas. Yo mismo, en una agencia conocía los números, nombres, direcciones y firmas de más de cuatro mil cuentas. Nótese que en los casos mencionados, cada dato no guarda relación ni asociación con el resto, al contrario de una partitura musical.
Los taxistas de Londres, quienes deben presentar un exigente examen, conocen de memoria las más de cien mil calles de esa ciudad, muy intrincada y que carece de señalización de direcciones; supongo que esa habilidad está en vías de desaparición con la geolocalización por GPS.
Asombroso. Es cierto que hay gente con una memoria prodigiosa, entre los que te incluyo en base a lo que dices.
Un saludo.