
Es complicado ser el mejor del mundo en algo. De hecho, es complicado destacar en cualquier cosa, al menos en algo a lo que se dedique un número relevante de personas. Pero tan complicado como eso, e incluso más, es ser el peor del mundo. Florence Foster Jenkins es a menudo reconocida como la peor cantante de ópera de la historia, y si escuchan la grabación que les dejo al final de la entrada, comprobarán que no le faltan méritos para ese dudoso reconocimiento. Tan mala era que llegó a triunfar y llenar auditorios.
Foster Jenkins nació en Estados Unidos en 1868 y si bien su padre le pagó clases de música desde niña, cuando fue creciendo la futura cantante y le dijo a su progenitor que quería viajar y aprender más, este le cortó el grifo. No paró esa negativa la carrera de Foster Jenkins y ella siguió su camino, en cierta medida, unido a la música. En 1909 murió su padre y entonces ya sí que este no pudo oponerse a que la suculenta herencia le permitiera a su hija dedicarse a la música de plano, ajena a todos los consejos, bastante razonables, que le habían dado sus más cercanos sobre que la música no era su don. Su madre opinaba como su padre, y aunque vivió algunos años más que su marido, no tuvo más éxito desanimando a nuestra protagonista.
Recibió clases de canto y formó parte activa de las reuniones y clubes musicales de Filadelfia y Nueva York. A pesar de todo, seguía siendo muy mala cantante, lo que no evitó que comenzara a dar recitales. Según parece, ella no era del todo consciente de cómo destrozaba las composiciones y de lo mal que cantaba, aunque una vez dijo que podían decirle que no sabía cantar, pero no que no cantaba. Esto es, ella quería cantar a pesar de todo, y eso hacía.
Aunque uno esperaría que fracasara, lo cierto es que triunfó, si por triunfar entendemos que la gente acudía a escucharla. Eran tan mala que llamaba la atención. Con su voz, sus gallos y sus vestidos, que también eran estrafalarios y poco discretos, se hacía un espectáculo musical y de humor, según parece, con bromas por parte del pianista y cosas similares. Un despropósito, pero un despropósito llamativo.
Aprovechó ese éxito y se hizo de rogar, limitando sus conciertos. Sólo unos pocos eran invitados a ellos y, eso sí, todos los años hacía uno un poco más amplio en el hotel Ritz-Carlton de Nueva York. Su fama era considerable. En 1944, con 76 años, aceptó actuar en el Carnegie Hall y las entradas se agotaron semanas antes del recital. Un mes después, el 26 de noviembre de 1944, Florence Foster Jenkins fallecía.
A pesar de cantar a Mozart, Verdi, Brahms… su canción favorita era Clavelitos. Grabó varios discos y hoy seguimos hablando de ella gracias a que fue, o se la considera, la peor cantante de ópera de la historia. En 2016 se hizo una película sobre ella y su personaje fue interpretado por Meryl Steep, algo que otras muchas, mejores cantantes con toda seguridad sueñan y nunca tendrán.
A continuación les dejo un vídeo donde pueden disfrutar de su interpretación de Mozart (si leen la entrada en su correo electrónico, es posible que no vean el vídeo, pueden ir a la entrada en el blog para hacerlo)