Chien-Shiung Wu sean unas palabras que probablemente no les digan nada, como me pasaba a mí hasta hace unos días que leí un texto sobre ella en un libro sobre mujeres y ciencia. Ahora ya sabrán que se trata de una mujer, y hasta supondrán que es o fue China. En este caso, gana el fue, ya que nació en 1912 y falleció en 1997. A pesar de haber nacido en China acabó siendo estadounidense, y es una de las físicas más respetadas e importantes del siglo pasado.
Cuando nació, las mujeres chinas no podían ni siquiera optar a la educación, pero Wu tuvo la suerte de contar con una familia de pensamiento adelantado y su padre puso en marcha la primera escuela para niñas en su pueblo. Allí comenzó su carrera, que la llevó en 1936 a Estados Unidos para seguir avanzando en el mundo de la física experimental.
En 1940 se licenció en la Universidad de California y comenzó a dar clases en Princeton y en el Smith College. Durante sus décadas de profesora e investigadora trabajó en un montón de proyectos e hizo importantes contribuciones a la física, como la ley de conservación de la paridad.
En 1944 la llamaron para una entrevista profesional relacionada con el proyecto Manhattan, ya saben, el mastodóntico proyecto que llevó a la creación de la bomba nuclear y en el que estuvieron involucradas muchas de las cabezas más brillantes en el mundo de la física del siglo XX. La entrevista, en un primer momento, giraba en torno a un tema secreto y por lo tanto Wu no fue informada de los detalles del proyecto. Fue citada a la reunión y acudió.
Pero cuando alguien está más arriba que los demás, ve más lejos. Ya saben aquello de caminar a hombros de gigantes. Y Wu estaba muy arriba en lo que a física se refiere. Acudió a la entrevista, como decía, y esta tuvo lugar en una de las salas donde se trabajaba en el proyecto Manhattan, secreto y desconocido para todos los ajenos al propio proyecto, no lo olviden, y por lo tanto en aquel momento también desconocido para Wu. En la sala había una pizarra y tan sólo con ver alguna de las ecuaciones que alguien había dejado escritas en la pizarra, nuestra pequeña dama supo de qué trataba el proyecto para el que la estaban entrevistando y cuál era el objetivo de todo aquello.
Lógicamente una mente así no se podía dejar marchar y acabó contribuyendo al proyecto de la bomba nuclear, colaborando en el desarrollo de un método para enriquecer el uranio y conseguir los isótopos necesarios para alimentar la bomba.