La señora Stephens y el destino

Kapitänleutnant Walther Schwieger
(Kapitänleutnant Walther Schwieger)

En ocasiones el destino, la casualidad, o la mala suerte, si no es todo ello lo mismo, deja su rastro con un guiño que casi parece una broma, aunque a menudo esté detrás la cruz de la moneda. De todas formas, el paso del tiempo siempre cambia la perspectiva y convierte algunos hechos en humor negro, como el caso de Frances Stephens.

Ese nombre, Frances Stephens, no les dirá nada, y es normal. Era uno de los aproximadamente dos mil pasajeros que iban a bordo del Lusitania cuando fue hundido. Esta dama canadiense, nacida en 1851, era un miembro destacado de la alta sociedad de Montréal y viajaba en el Lusitania con su nieto, su criada y una enfermera. Todos ellos fallecieron en el hundimiento.

El cadáver de la señora Stephens fue recuperado e identificado, por lo que unas semanas después del naufragio fue subida a otro transatlántico de pasajeros, el Hesperian, rumbo a su hogar, donde debería ser sepultada definitivamente. Aquel barco en el que cruzaba el Atlántico de vuelta también fue hundido, lo que ya es mala suerte. Pero no acaba ahí la cosa, el Hesperian también fue torpedeado por el U-20, el submarino que navegaba bajo el mando de Walther Schwieger y que había hundido poco antes el Lusitania.

De todos modos, es de esperar que la tripulación del U-20 no tuviera nada especial contra la señora Stephens y que todo fuera una casualidad. Pero el destino hizo que ella muriera en el Lusitania y que a pesar de los esfuerzos de los hombres por cambiar dicho destino, sus restos reposan desde aquel segundo hundimiento, que tuvo lugar el 4 de septiembre de 1915, no muy lejos de donde también están los restos del Lusitania.

Fuente: Lusitania de Erik Larson

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