El catastrófico debut del B-17, la Fortaleza Volante

B-17 en vuelo
(B-17 en vuelo)

Los inicios nunca son fáciles y en ocasiones son tan difíciles que llegan al costar vidas. El Boeing B-17, conocido como Fortaleza Volante, es uno de los aviones más famosos y característicos de la Segunda Guerra Mundial. Este enorme bombardero efectuó miles de misiones al servicio de los aliados, mostrándose como eficaz y fiable. En cambio, los comienzos no pudieron ser peores.

A mediados de la década de 1930 se comenzaron a probar algunos prototipos diseñados y construidos por distintos fabricantes para satisfacer la petición del ejército de los Estados Unidos de nuevos bombarderos de largo alcance. En estas pruebas, concretamente en octubre de 1935, se presentó en un aeródromo de Ohio un modelo de Boing, el Model 299, que en los análisis sobre el papel había destrozado los diseños de sus competidores. El avión de Boeing era capaz de llevar cinco veces más bombas de las que pedían las especificaciones del ejército y además superaba la velocidad requerida. En resumen, una maravilla de diseño. En aquel momento, en el aeródromo, delante de un nutrido grupo de mandos y jefazos del ejército de Estados Unidos se disponía a hacer un vuelo de prueba.

Comenzó a rodar por la pista de despegue, rugió y subió suavemente. Cuando estaba a unos noventa metros del suelo giró sobre un costado, perdió el control y se estrelló contra el suelo. Varios miembros de la tripulación fallecieron. Un fracaso.

La investigación posterior determinó que no había error mecánico alguno y que el piloto, Ployer Peter Hill, fallecido en el accidente, había olvidado abrir un mecanismo de cierre de los controles del timón de profundidad. Aquel avión incorporaba muchos cambios y el piloto había pagado con su vida la falta de experiencia. Boeing pagó el fallo con la pérdida del concurso, en el que resultó ganador un modelo de Douglas, y casi pagó con la quiebra.

En cualquier caso, el ejército acabó por comprar algunas unidades a Boeing que con el tiempo demostraron su valor y abrieron el camino para las Fortalezas Volantes. Más allá de aquel primer accidente y gracias a la incorporación de listas de comprobación para la operación del avión, una idea tan sencilla como útil, se evitaron más errores humanos y se consiguió que tras volar casi tres millones de kilómetros sin fallos, el avión entrada finalmente en la lista de pedidos a gran escala del ejército.

Fuente: El efecto Checklist, de Atul Gawande

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