(El milagro de la lluvia representado en la Columna de Marco Aurelio en Roma) |
Las crónicas romanas que narran las guerras Marcómanas, que enfrentaron a Roma entre los años 165 y 189 con diferentes pueblos germánicos, se hacen eco de uno de esos hechos épicos y famosos que marcan la historia. Parece algo sacado de una novela o una película, pero aunque hay novelas que lo cuentan, primero fue la historia y luego la ficción.
En el año 172 d.C. el ejército de Marco Aurelio se vio acorralado en su campamento por un número muy superior de guerreros cuados que además enfrentaron aquel combate usando técnicas de combate aprendidas de los propios romanos. Los legionarios resistieron en su campamento a duras penas hasta que el agotamiento y la sed comenzaron a apuntar el final de aquellos soldados de Roma.
Y entonces, de repente, comenzó a llover torrencialmente e incluso, según parece, algún rayo oportuno llegó a impactar sobre alguna torre de asedio germánica. Bajo el diluvio, los cuados dejaron su asedio y huyeron, en parte porque su superstición les llevaba a pensar que los dioses no estaban de su lado. Los legionarios obtuvieron de este modo una victoria inesperada y recordada siglos después.
Todo cambió tras aquel combate y los romanos confiaron a partir de entonces en su suerte, lo que les subió la moral y les permitió hacer una buena campaña, tras pasar un trance que casi significó su final.
Por supuesto, no faltó quien quiso ver en la oportuna lluvia la mano de Dios, aunque cada uno de su Dios, todo sea dicho. ¿Soldados cristianos alertaron a su Dios o dioses romanos que recibieron sacrificios ayudaron a sus seguidores?. ¡Sabe Dios! Lo que sí parece claro es que los dioses germánicos aquel día estaban en otra cosa.
batalla, asedio, dioses, salvación in extremis… cómo para no tener novelas, ¡el argumento promete!
Yo al menos he leído una con esa batalla con hecho central y, eso sí, no tengo un buen recuerdo de ella.
Gracias por comentar majobusa, como siempre.
Gracias a ti por seguir "curisteando", ya sabes que leo todas aunque no las comente. No siempre tengo la mente ágil para un comentario ingenioso.