Alaska es el estado número cuarenta y nueve de Estados Unidos y fue el penúltimo en incorporarse al país. Hasta aquel momento, Alaska había sido territorio ruso, a pesar de algunos intentos por parte de españoles y británicos de hacerse con, al menos, parte del territorio.
Rusia no consideraba aquel territorio demasiado productivo, lo cual, unido a unas necesidades imperiosas de liquidez, llevaron a la venta del mismo en el año 1867 a los Estados Unidos. El Secretario de Estado de este país, William H. Seward, se encargó de la operación e incorporó al mismo una parte sustancial de tierras a cambio de 7,2 millones de dólares de la época. La imagen que acompaña esta entrada corresponde precisamente al cheque de compra.
La operación se hizo efectiva el 18 de octubre de 1868, Día de Alaska en la actualidad, pero no tuvo demasiada buena acogida por parte de muchos ciudadanos, gran parte de políticos y no pocos periódicos. También los consideraban un lugar inóspito e improductivo. Años más tarde, en torno a 1890, se descubrieron importantes yacimientos de oro en la zona y la percepción cambió, haciendo de Alaska un paraíso que vivió su propia fiebre en torno al dorado y apreciado metal.
Parece que después de todo los estadounidenses no hicieron un mal negocio comprando Alaska a los rusos. Pero, en mi opinión, el negocio fue mucho más rentable para el hombre que compró la isla de Manhattan en el año 1626 por un importe que rondaba los veinticuatro dólares.
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Muy bueno el artículo.
La literatura también se ocupó de esas regiones frías. Jack London viajó a Klondike, trabajó allí e inspiró en ese lugar muchas historias y Julio Verne escribió sobre la época de la fiebre del oro en Alaska en "El volcán de oro" una de sus grandes aventuras.
Gracias Diego, por el comentario y por los datos.
Saludos.