El timo de Miguel Ángel

Lorenzo di Pierfrancesco de Medici fue uno de los miembros de la famosa familia italiana en su época gloriosa, el Renacimiento. Ha llegado hasta nosotros una curiosa historia sobre él y el genial Miguel Ángel Buonarroti de la mano de un discípulo y biógrafo de este: Ascanio Condivi. Por lo tanto, una vez más el creador del David vuelve a Curistoria.

Según cuenta Condivi, después de contemplar una escultura de Miguel Ángel que representaba un Cupido durmiente, Pierfrancesco le comentó al artista: “Si consiguierais darle un aspecto tal que pareciera haber estado enterrado mucho tiempo, yo podría enviarlo a Roma, donde lo tomarían por antiguo y podrías venderlo mucho mejor”. Ya conocen ustedes la fascinación por el arte clásico, romano y griego, que caracterizó al Renacimiento italiano. Por lo tanto, si una obra buena valía una buena cantidad, una obra buena y clásica valía una muy buena cantidad. Lo que comenta esta Curistoria ocurrió antes de que Miguel Ángel fuera un artista consagrado y reconocido. Ya tenía cierto nombre, pero sus trabajos no habían subido aún destacado. Por cierto, recordemos que alcanzó ese máximo nivel con poco más de 20 años. Continuemos con la historieta, que me diluyo.

Después de oír lo que les comentaba en el párrafo anterior de la boca del Medici, Miguel Ángel accedió a hacer la prueba. Envejeció la escultura y la envió a Roma para venderla como una pieza clásica. En la ciudad vaticana un anticuario llamado Baldassare del Milanese vendió la obra como procedente de un descubrimiento arqueológico al cardenal Rafaele Riaro. El cardenal pagó 200 ducados, de los cuales únicamente 30 llegaron a Miguel Ángel. Vemos el porqué de esta rebaja en el precio.

Baldassare debía ser bueno en su trabajo porque detectó el pequeño timo de Buonarroti. Y por esa razón sólo le envío 30 ducados. Miguel Ángel se dio cuenta de que había sido descubierto y no se quejó de aquellos emolumentos por su trabajo. Después de un tiempo también el propio cardenal se enteró de la verdadera procedencia de su Cupido. El eclesiástico envió a uno de sus ayudantes a visitar a Miguel Ángel a Florencia para hablar sobre el tema.
El mensaje para Miguel Ángel era el siguiente. Si un artista tan genial como para ser capaz de imitar así a los clásicos deseaba viajar hasta Roma y trabajar allí, el cardenal lo acogería en su palacio. Y así fue como Miguel Ángel tomó el camino del sur y viajó a la ciudad vaticana, donde comenzaría su impresionante carrera con la eterna Piedad.

4 comentarios en “El timo de Miguel Ángel”

  1. El «truco» en este tipo de ventas es «no mentir», pero tampoco decir la verdad, me explico, (lo vi en una peli creo)el asunto es que el cliente (el Cardenal) este convencido de que es antiguo, romano, y dejarle en su error sin confirmarlo ni desmentirlo, simplemente diciendo que «no podemos hablar de su procedencia», saque usted sus propias conclusiones, Sr. Cardenal; si el tipo esta convencido, colara.
    Es como en la falsificación de pinturas, una excelente imitación del estilo de determinado artista no es delito….hasta que no se firma. (esto si es de una peli.
    De esta manera Miguel Ángel se habría llevado el 50% de los 200 Ducados, aunque la histroia no habria acabado igual…. o si.

  2. Hola Manuel.
    Si no he entendido mal, quieres decir que el pistoletazo de salida de la carrera de Miguel Ángel se cimentó en un intento de fraude.
    Desmitifica bastante la idea que tenía del genio, aunque no de su descomunal talento y de su complicado carácter: estarás al tanto de las disputas con el Papa León X (corrígeme si me equivoco) durante los años de su trabajo en la Capilla Sixtina. Incluso vi en un documental que dibujó un hombre sosteniendo en sus manos la piel de una cara humana despellejada, y que representa al propio Papa. Te añado el enlace a la entrada que dediqué en mi blog a los «pantaloneros» de la Capilla Sixtina.

    http://coscorronderazon.blogspot.com/2009/01/la-capilla-sixtina-y-su-absurda.html

    Un saludo

  3. Bichicome, gracias por el comentario.

    Muchas gracias Jesús por tu opinión.

    SUSO, yo creo que eso es ir demasiado lejos. Más bien Miguel Ángel se prestó a un «juego» y no se hasta qué punto él quería «timar». Sobre los pantaloneros, cosas absurdas de un papado que para demostrar su fuerza y «fidelidad» a Dios hacía estas tonterías. Eso sí, mientras se emborrachaban de poder, riquezas y «mala vida».

    Dentro de poco contaré en un Curistoria lo que comentas sobre la cara que pintó Miguel Ángel. Lo tengo marcado en un libro que leí recientemente para su mención.

    Saludos.

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