Andaba yo metido en una dura reunión de trabajo, cuando alguien dijo «como Cagancho en Almagro». Me apunté mentalmente echarle un ojo a esta historia para ver si había algo de enjundia que contarles a ustedes, amigos lectores. Más tarde, ya en casa, como mi cabeza no es muy buena, no recordaba sobre qué tenía que «investigar», a pesar de saber que en la reunión había surgido algún tema a tener en cuenta para Curistoria. Ya saben ustedes, cosas de la edad. Pero gracias a mi hijo, que a eso de las cinco de la mañana decidió sacarme del sueño con un berrinche, una vez desvelado, me vino otra vez la luz a la sesera: «¡Coño! Era como Cagancho en Almagro». Y a ello vamos.
Según he podido descubrir, todo se remonta a 1932. En la ciudad de Almagro (de ahí la parte «en Almagro» de la frase), provincia de Ciudad Real, durante un festejo taurino en su plaza de toros, que ya tenía unos añitos porque databa de 1845. La otra parte de la frase: «como Cagancho»; proviene del torero que andaba metido en faena aquella tarde. Torero español, sevillano y trianero, para más señas, que a pesar de su reconocimiento y fama se negó a torear el día de autos en Almagro. Vamos, como se dice en el argot, hizo una «espantá». De lo antes descrito nace la frase «como Cagancho en Almagro», que viene a significar lo que hemos explicado «hacer una espantá», «salir corriendo» y, en definitiva, no quedar nada bien.
Pero no acaba aquí la cuestión, porque esta seguramente no fue la primera vez, ni será la última, que un torero se niega a torear o a matar un toro. Este hecho se hizo famoso en aquella España porque los almagreños, enervados por el hecho, montaron en cólera y quemaron la plaza, que tenía palcos de madera y que ardieron en aquella tarde. ¿Quién los tenía mejor puestos? ¿El torero o aquellos tipos que dijeron: «Que no toreas… pues quemamos la plaza»?
Jajajajaja, más que por la espantá del torero, con lo que me he reído bastante es con la brutalidad del público asistente.
Tonto el último!
Mi madre, que es de Ciudad Real, tiene unos parientes igual de brutos y de cabezones. Esta historia es real como la vida misma!
¡Madre mía! Por si acaso, ya que trabajo cerca, no me negaré a nada que me soliciten. Jajajaja. Es que la realidad supera mil veces a la ficción.
Me ha encantado. Lo vivo a diario. Un saludo
Hay una historia más larga en este blog:
http://jesusangelglez.blogspot.com/2008/11/que-le-pas-cagancho-en-almagro.html
Gracias por vuestros comentarios. Jelens, Melibea, que ya sabéis cómo se las gastan… ¡cuidado!
Saludos.
Habría que cambiarle el nombre… hace unos años Rafael de Paula decía que el toro le había mirado mal y no se atrevía a matarlo. Se contaban con los dedos de una mano las tardes normales con este torero.
Un saludo
Es cierto Javier. Yo no soy muy taurino, pero recuerdo que De Paula y Curro Romero eran la juerga en ese sentido. Entre los que toreaban con dos pases y los que no mataban la montaron varias tardes.
Saludos.
¡por fin!
Soy de un pueblo cercano a Almagro, y cada vez que utilizo la expresión la gente me pone cara rara y me toca explicarlo de nuevo.
Cuchufletas, me alegro de serte útil 🙂
Quería hacer una matización a esta historia, ya que comunmente se mezclan dos acontecimientos que nada tienen que ver entre sí. Cagancho toreó en Almagro en 1927 y la quema de la plaza de Toros fué en 1932, por lo tanto una cosa no tiene que ver con la otra,salvo que las dos se dieron en Almagro, y en las ferias de San Bartolomé. Un saludo
Gracias por el comentario y el dato.
Cuando quemaron la plaza de toros de Almagro, Ciudad Real, no toreaba cagancho, si quiere enterarse de lo que pasó y quien toreaba, entre en el blogger, Sabiendo de toros, y se enterará.
Leer esto me recuerda a cuando iba a almorzar con mi abuelo por el barrio… bueno actualmente hago lo mismo con mis sobrinos que lo llevo a comer pizza en Alamgro
EN FIN, ANECDOTAS, lindo de leer 🙂
La famosa espantá de Cagancho es del 25 de Agosto del año 1928 y no como dice en el año 1932.
Cuando Cagancho no quemaron la Plaza de Toros, fue quemada en el año 1932, cuando los toreros al no cobrar, decidieron no torear, en entonces el público montó en cólera y , efectivamente, quemó los palcos que eran de madera.