Cuando Cayo Julio César Octavio Augusto, a los 76 años, se sintió morir durante el regreso a Roma de un viaje a Nápoles. Pidió un espejo, se aseó y se perfumó. Una vez que estaba su imagen a su gusto, se reclinó en el triclinio y preguntó: «¿Os ha agradado mi forma de proceder a lo largo de mi vida?». Por supuesto, los que le rodeaban contestaron afirmativamente y entonces él pidió: «Pues si os ha gustado mi forma de escribir la comedia de la vida, aplaudid al autor». Y según esta historia, el emperador Augusto murió entre aplausos.
que tal
no habia tenido oportunidad de ver la pagina exelente, es este ultimo post y lo de la guerra de los pasteles aqui en mexico se enseña en la escuela y siempre la primera vez de niños nos imaginamos que fue textual a pastelasos ya con el tiempo vemos q la gente busca los pretextos mas estupidos para hacer la guerra
felicidades…
atte condor
Hola Condor, gracias por el comentario. Me alegro de que te haya gustado el post sobre la guerra de los pasteles.
Saludos.
Un grande Augusto, sabía hasta el momento en que iba a crepar y pidió aplausos. como decimos por estos pagos, un jugador diferente. Saludos
Carlos, no es mala forma de irse, entre aplausos.
Saludos.